Capítulo 28 ~> Mírame a los ojos.

Y ahí estaba él, mirándome fijamente. Me giré y seguí avanzando, escaleras arriba. Pero alguien me agarró del brazo, con dulzura, haciendo que me detuviera. Bajó su mano, lentamente, hasta alcanzar la mía y la apretó con fuerza. Alcé la cabeza y girándome, le miré. Me miraba a los ojos, con un ápice de pena en ellos. Acercó sus labios a mi oído y susurró:

Álex: No puedo soportar que esto acabe así.
Yo: Sabes que yo no tengo la culpa, tú solo te lo has buscado. (Dije en un susurro, pero él me oyó.)
Diana: Marina, tenemos que entrar en clase. (Interrumpió mi hermana.)
Yo: Ahora después entro.
 Diana entró al edificio, mientras yo la seguía con la mirada hasta que la perdí de vista. Luego miré, de nuevo a Álex. Sin decir nada. Tiró de mí, y aún con la mano agarrada, bajamos las escaleras. Nos sentamos en ese banco que nos era tan familiar. 

Álex: ¿De veras quieres hacer esto?

Bajé la cabeza. No quería que leyera la verdad en mi rostro. Pero él me obligó a mirarle, levantando mi cara por el mentón.

Yo: Supongo que es la única salida. (Dije a modo de respuesta.)
Álex: No tiene por qué. Te dije que esto no volvería a pasar.
Yo: No es sólo por esto. Es un cúmulo de cosas.
Álex: Nos merecemos otra oportunidad, ¿no?
Yo: No estoy muy segura de eso.
Álex: Puede que tú no, pero yo sí.

No respondí. Así que él siguió hablando.

Álex: Marina, mírame a los ojos. (Dijo acariciando mi mejilla. Yo obedecí y le miré.) No quiero perderte, no sé si podría soportarlo.
Yo: ¿Te crees que esto me hace ilusión a mí? 
Álex: No, supongo que no… Marina, yo te quiero.
Yo: ¿Y cómo sé que esto no se lo dices a todas?

Calló unos instantes.

Álex: Te voy a decir algo que debería haberte dicho hace mucho tiempo. Escúchame con atención, ¿lo harás?

Dudé, pero luego asentí, casi imperceptiblemente.

Álex: Bien. A ver, no soy el novio perfecto, ni el más atento, ni el más detallista, ni el más romántico; pero hay una cosa que sí que tengo y que me hace comportarme de manera extraña. Tengo un sentimiento, nuevo para mí, por eso no sé cómo debo actuar. Nada de esto me resulta fácil… Nunca había sentido nada parecido. Por eso, te pido que me perdones, por todas esas cosas que hago, sin darme cuenta, y que me des una nueva oportunidad, para demostrarte que esto que siento es real.

Me quedé helada.

Álex: ¿Me la darás, pues?

Asentí, con una tímida sonrisa. Se acercó a mí sonriendo y me abrazó, con fuerza. Yo correspondí su abrazo.
“Es cierto, es cierto… Siente algo por mí.” Pensé mientras sonreía sin darme cuenta.

Álex: Bueno, entonces ¿podemos empezar de cero?
Yo: No, prefiero seguir por dónde lo dejamos.

Sonrió ampliamente, y yo me acerqué y le besé. Nuestros labios se buscaban, y seguían el mismo compás. Aquel beso fue como un nuevo primer beso. Cuando terminó nos separamos apenas unos centímetros y chocamos nuestras narices, felices. Ahora sí que lo tenía todo claro. “Te quiero Álex, te quiero.” Me dije.
Me alejé un poco de él.

Álex: Oye, tengo una pregunta. ¿Entre Sergio y tú no hay nada?
Yo: Claro que no. Sólo es un amigo, un buen amigo.
Álex: De acuerdo.
Yo: ¿Sabes? Deberías pedirle perdón.
Álex: ¿Perdón?
Yo: Álex, no seas orgulloso.

Sacudió la cabeza.

Yo: Álex, venga. Hazlo por mí…
Álex: Vale, pero como se vuelva a acercar a ti lo mataré.

Sonreí.

Yo: No hace falta llegar hasta ese extremo.
Álex: Depende…

Me miró fijamente, en silencio.

Álex: Marina…
Yo: Dime. (Dije mirando al cielo.)
Álex: Te quiero.

Sonreí.

Álex: ¿Y tú, me quieres?
Bajé la cabeza y le miré a los ojos.

Yo: ¿Aún lo dudas?

Se acercó y me besó. Y ahí nos quedamos los dos, sentados en el banco de la entrada del instituto, yo con mi cabeza apoyada en su pecho, y él acariciando mi pelo suavemente. 

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