Capítulo 36 ~> ¿Dormimos juntos?

 Cerré los ojos conteniendo las lágrimas. Podía no ser el regalo más precioso, pero sí que era el más sincero y con eso era más que suficiente.

Yo: ¿Cuándo la has escrito?
Álex: Esta tarde, antes de que vinieras. Pensaba ir mañana a verte para dártela.
Yo: Es preciosa.
Álex: Lo que tú me has dicho antes también ha sido precioso.
Yo: Y sincero.
Álex: Y sincero. (Sonrió.) ¿Puedo besarte? Hace mucho tiempo que no lo hago.

Agarré su mano, lentamente y acaricié su pelo. Me acerqué a él y le besé tiernamente, intentado transmitirle con aquel beso todo lo que sentía en aquel momento. Cuando nos separamos, apoyé mi cabeza en su pecho y suspiré.

Yo: Voy teniendo hambre. ¿Y esas pizzas?
Álex: Voy a pedirlas. (Dijo entrando dentro.)

Me quedé sola en el balcón asomada por la barandilla. ¿Lo que acababa de pasar significaba que ya había decidido, que ya sabía lo que quería? Sí, estaba segura. Ahora ya lo sabía. Quería a Álex, y no le iba a volver a perder. Apreté con fuerza la carta y la acerqué a mí. Entré dentro, con las ideas más claras y sonreí. 

Yo: Bueno, ¿cuándo van a estar aquí esas pizzas?
Álex: En unos…

Mi móvil sonó interrumpiendo a Álex. Lo saqué de mi bolsillo y contesté.

Yo: Mamá, ¿qué pasa?
Mamá: Cariño, que me ha salido plan para esta noche, quédate con Diana y no me esperéis hasta mañana. No os durmáis tarde. Te quiero.
Yo: Adiós mamá. Pásalo bien con Henry.

Mi madre se rió y colgó.

Álex: ¿Qué lo pase bien con Henry? Que pillina es tu madre. (Sonrió.)
Yo: Yo también puedo ser pillina si quiero. (Dije mirándole sonriente.)
Álex: ¿Ah sí? ¿Y quieres?
Yo: Depende. (Respondí.)
Álex: Yo no me quejaría si lo fueras.
Yo: Calla, y prepara la mesa. (Dije entrando en la cocina.)
Álex: Como diga usted, señorita.

Entró en la cocina conmigo y juntos preparamos la mesa. Pronto llegaron las pizzas y nos pusimos a cenar. Cenamos en el balcón mientras hablamos de mil cosas. Álex entró y se sacó una cerveza.

Yo: ¿Bebes? (Pregunté perpleja.)
Álex: Sí, tengo 18 años Marina.
Yo: ¿Y por eso tienes que beber?
Álex: ¿Te molesta?
Yo: No, pero no me gusta que bebas.
Álex: Si quieres la guardo.
Yo: No, da igual. 

Bajé la cabeza. Él la abrió y se echó en el vaso.

Álex: Supongo que no quieres.
Yo: Supones bien.
Álex: Marina, no te pongas de mal humor.
Yo: No estoy de mal humor.

Álex se levantó con el vaso y la botella y los vació por el balcón.

Yo: ¿Qué haces?
Álex: Prefiero quedarme sin cerveza que verte enfadada.
Yo: Tonto.

Le si un beso en la mejilla y llevé mi plato a la cocina. Seguí recogiendo las cosas de la cena hasta que Álex me llamó y yo fui al salón. Estaba sentado en el sofá con las piernas cruzadas. Me senté encima de él, mirándole a los ojos.

Álex: Siento ser un celoso obsesivo.

Sonreí.

Yo: No importa.
Álex: Sí que importa, te hago daño.
Yo: Yo también te hago daño a ti cuando me da por pensar que me gusta Sergio.
Álex: Eso sólo ha pasado una vez.
Yo: Estamos en paz. (Respondí, sonriendo.)
Estábamos a unos centímetros, mirándonos fijamente. Ambos sonreíamos. Estaba feliz, hacía tiempo que no estaba tan feliz. Nunca había tenido motivos para ser feliz, pero ahora sí que los tenía. Álex se acostó en el sofá y yo apoyé mi cabeza en su pecho.

Yo: No quiero irme a casa.
Álex: Pues no te vayas. (Le miré desconcertada.) Quédate conmigo.
Yo: Pero Álex, cómo me voy a quedar aquí. ¿Y mi hermana?
Álex: Sabrá cuidarse sola, aunque siempre está la opción de que me vaya yo a tu casa.
Yo: ¿Y qué nos pille mi madre?
Álex: Pues quédate tú. Yo sólo te digo que esta noche no pienso separarme de ti.
Yo: Pero no puedo quedarme en tu casa, ¿dónde duermo?
Álex: ¿Dormir? ¿Quién ha hablado de dormir? (Dijo sonriendo ampliamente.)
Yo: ¡Álex!
Álex: Vale, vale, dormir.

Le sonreí, algo más convencida.

Yo: Mejor.
Álex: Puedes quedarte en la otra habitación, a no ser que quieras dormir conmigo. (Sonrió malévolamente.)
Yo: No quiero arriesgarme. Dormir contigo, en la misma cama, en una casa vacía, puede tener un final no deseado.
Álex: Yo sí lo deseo.
Yo: Idiota. (Sonreí.)
Álex: Marina, no te voy a hacer nada.
Yo: No sé si fiarme.
Álex: ¿Tan poco confías en mí?
Yo: Confío en ti, y por eso mismo me alejo. Sabes que yo también quiero que pase… Espera, ahora vuelvo. (Dije sonriendo.)

Me levanté del sofá y fui al baño. Cuando salí, Álex no estaba en el salón. Alguien me agarró por detrás y me pegó a él, tanto que notaba su aliento en mi cuello.
Álex: Quiero besarte hasta que me duelan los labios.
Yo: Pues hazlo.
Álex: Si me dejas…
Yo: Sabes que te dejo.

Me besó y entre beso y beso, avanzamos hasta su habitación. Me tumbó en la cama, suavemente y se colocó encima de mí. Besó mi cuello y fue bajando poco a poco. Me miró a los ojos, fijamente y yo le miré. Él entendió sin necesidad de palabras. Se levantó de encima de mí, me dio un dulce beso en la cabeza y se tumbó en la cama.

Yo: ¿Podrías dejarme algo para dormir?
Álex: ¿Algo?
Yo: Sí, alguna camiseta larga, o algo. No me apetece dormir así.

Llevaba unos vaqueros muy ajustados y una camiseta corta, con una camiseta negra de tirantes debajo, y suponía que dormir así no iba a ser muy cómodo.

Álex: Espera.

Se levantó de la cama y abrió su armario. Sacó de él una sudadera gris bastante ancha y me la lanzó. Yo la cogí en el aire.

 Yo: Álex voy a parecer un payaso con esto.
Álex: ¿Prefieres dormir con tu ropa?

Le saqué la lengua. Me disponía a meterme al baño para cambiarme, pero oí a Álex gritar.

Álex: Cielo, ¿a dónde vas?
Yo: A cambiarme. (Respondí desconcertada.)
Álex: Con la puerta abierta.
Yo: No.
Álex: ¿Quieres tener que dormir sin ropa?
Yo: ¿Quieres tener un ojo morado?
Álex: (Sonrió.) ¡Qué mala eres! ¿No puedes hacerme feliz?
Yo: Venga… Ven.

Álex se levantó de la cama y se dirigió al baño, cuando estaba a punto de entrar le cerré la puerta en las narices.

Álex: Pero mira que eres mala persona. (Dijo mientras le oía reírse a través de la puerta.)

Comenzó a golpearla. ¡Qué pena que no hubiera pestillo! En aquel momento me hubiera sido bastante útil. Tras unos minutos más apoyada en la puerta, haciendo fuerza, Álex logró entrar.
Intenté salir de allí, pero me abrazó. Yo me perdí en aquel abrazo.

Álex: Todo esto te va a salir caro, ¿sabes?
Yo: En el fondo te encanta que sea así.
Álex: Tienes razón, te quiero por todas estas cosas.

Me besó con dulzura y se sentó en un pequeño taburete. Yo me quedé en silencio esperando a que saliera.

Yo: ¿Qué, te vas?
Álex: ¿Tengo que irme?
Yo: No, si te parece…
Alex: Después de lo de la puerta, creí que me ibas a dejar quedarme contigo.
Yo: Esto... No.
Álex: Por favor. (Suplicó.)
Yo: Si me prometes que no mirarás demasiado.

Álex me miró satisfecho, mientras sonreía pícaramente. Levanté los brazos y me quité la primera camiseta, la dejé sobre el lavabo y me desabroché el pantalón. Se deslizó poco a poco por mis piernas hasta que solo me quedaba la ropa interior y la camiseta negra de tirantes. Me la quité rápidamente. Miré a Álex que me observaba embobado.

Yo: Te dije que no me miraras tanto. (Sonreí.)
Álex: Tienes el cuerpo más hermoso que he visto en mi vida.
Yo: Entonces, tampoco habrás visto tantos.
Álex: Créeme, he visto unos cuantos. (Dijo sin dejar de mirarme.)
Yo: Ya hablaremos tú y yo de eso.

Él no respondió, se limitó  a sonreírme. Me giré para coger la sudadera. Notaba la mirada de Álex, inquisitiva, insinuante. Sabía que si seguía mirándome así no me iba a hacer falta la sudadera aquella noche. Me volví hacia él sujetando la sudadera y le saludé con la mano, cosa que hizo que me mirara a la cara.

Yo: Hola. (Sonreí.)
Álex: Hola. (Respondió él sonriendo a mi vez.)

Me puse la sudadera y me recogí el pelo formando un pequeño moño.

Yo: Ala, se acabó el espectáculo.
Álex: Pues que sepas que me ha encantado.
Yo: Lo he notado.

Se quitó la camiseta y se tumbó en la cama. Dios, ¿cómo se podía estar tan bueno? No era normal en mí pensar esas cosas, pero es que lo de Álex era un caso un poco extremo. Sonreí. Me tumbé en la cama, junto a él. Apoyé mi cabeza en su pecho y me tapé con la sábana.

Álex: ¿Tienes sueño?
Yo: Algo. (Sonreí.)
Álex: Qué pena, yo quería hablar contigo.
Yo: ¿De qué quieres hablar?
Álex: No sé, quería que me contaras cosas, poder conocerte mejor. (Dijo con timidez.)
Yo: ¿Sí?
Álex: Sí, no sé casi nada de ti…
Yo: Sabes más cosas de mí que yo de ti.
Álex: Cierto, en ese caso. ¿Qué quieres saber? (Preguntó sonriendo.)
Yo: Háblame de tu infancia.
Álex: ¿Mi infancia? Fue bonita, y triste a la vez. No eres muy feliz viendo a tus padres pelearse cada dos por tres.
Yo: Lo pasarías fatal…
Álex: Aprendí a hacer como si no les oyera.

No dije nada, solo le sonreí y él siguió hablando.

Álex: Pero, mi madre siempre me ha apoyado mucho y ha estado siempre a mi lado, para darme el cariño que mi padre no me daba.
Yo: Cosas de las madres… (Sonreí.)
Álex: Ahora cuéntame tú algo, ¿o quieres saber algo más?
Yo: Pues… (Pensé en algo que preguntarle, lo que fuera con tal de no tener que hablar de mí.) ¿Con cuántas chicas has estado?
Álex: He estado con muchas chicas pero solo eran líos de una noche, no sentía nada por ellas.
Yo: ¿Y relaciones serias?
Álex: Ninguna, siempre he sido demasiado independiente, como para atarme a alguien. (Su gesto alegre, se tornó a serio y me miró fijamente.) Aunque ahora he entendido que si no quería estar con nadie, era simplemente porque no había encontrado a esa persona especial, porque no te había conocido a ti.

No sabía qué responderle para no parecer una tonta. Sacudí la cabeza e intenté pensar en algo apropiado que contestarle.

Yo: ¿Te atarías a mí?
Álex: Lo estoy haciendo. (Sonrió.)

Tenía razón, se estaba atando a mí.

Yo: Ya, claro… (Dije sintiéndome estúpida.)
Álex: Marina, quiero estar siempre a tu lado. (Añadió, poniéndose de lado y mirándome fijamente a los ojos.)
Yo: No digas esas cosas, Álex.
Álex: Son ciertas.

Me reí, mientras él me miraba sonriente.

Yo: Tampoco le dices esto a todas, ¿no?
Álex: No. Marina, sólo he esperado contigo.
Yo: ¿Esperado?
Álex: Sí, ahora mismo deseo hacerte mía hasta que me duela todo el cuerpo, pero no lo hago porque sé que tú no quieres que lo haga…

Le miré confundida.

Álex: A ver Marina, yo siempre he estado con muchas chicas, pero sólo por placer físico, ¿entiendes?

Asentí.

Álex: Contigo no es sólo eso.
Yo: ¿A no?
Álex: No, me gusta hablar contigo, me gusta estar contigo, no tendría ningún problema en pasarme el resto de mi vida contigo.
Yo: No te hagas ilusiones. (Dije sonriendo.)
Álex: Boba.
Yo: Creído.
Álex: Estúpida.
Yo: Idiota.
Álex: Te quiero.

Sonreí, mientras él agarraba mi mano.

Yo: Álex, quiero que seas el primero. (Dije con seriedad.)
Álex: ¿En serio?
Yo: Sí, pero aún no…
Álex: Lo sé y por eso me controlo.
Yo: ¿Te controlas? (Pregunté sonriendo.)
Álex: Sí, y no sabes lo que me cuesta no tirarme encima de ti… Pero ya sabes que esperaré lo que haga falta.
Yo: Lo sé. Y tú sabes que pasará, pero antes quiero estar segura.
Álex: No te voy a meter prisa. (Sonrió.) Y ahora duérmete o mañana no habrá forma de despertarte.
Yo: No quiero.
Álex: A dormir, princesa.

Me abrazó y me acercó a él. Me dio un tierno beso en la cabeza y yo cerré los ojos. Unos minutos más tarde acercó sus labios a mi oído y me susurró dos preciosas palabras. Yo sonreí y poco tiempo después me quedé completamente dormida. 

2 comentarios:

AE dijo...

OOO !! ha sido precioso este capí , enserio eee me ha encantado , mucho muchooo !!! jajaja . Que mono es Alex , ahi había ganas de comerse uno al otro xD esperare el proximo con muuuchas ansias !!! :D
besoos

Wendy. dijo...

Jajajajajajaja, son muy monos, sí. :)
Me alegro de que te haya gustado.
Es monísimo, jajajajja. ¿A qué es imposible elegir a uno de los dos? (;
Hombre, algo de ganas de comerse el uno al otro sí que tenían xD
No tendrás que esperar mucho... El viernes subiré el siguiente.
Un besazo cielo <3

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