Capítulo 48 ~> Tú eres a quien elijo.

Acerqué mis labios a los suyos, odiándome por lo que estaba a punto de hacer. Estampé mis labios en los suyos y Sergio colocó su mano en mi cadera. Cerré los ojos e intenté disfrutar del beso, pero no podía, me era imposible. Noté como alguien nos observaba y retrocedí de pronto. Álex me miraba fijamente desde la puerta, sin poder creerse lo que estaba viendo. Me acerqué a él y agarré su brazo, pero él se liberó de mí y echó a andar. Bajó las escaleras y yo le seguí. Sergio me miró con frustración y entró al edificio. Yo ni siquiera le presté atención, estaba demasiado ocupada siguiendo al hombre de mi vida, sí, al hombre de mi vida. Ahora después de meses, lo tenía completamente claro.

Yo: Álex. (Grité.)

Hizo caso omiso a mi llamada y siguió andando. Intenté seguirle pero me resultaba imposible, los tacones frenaban mi avance. Me los quité y eché a correr detrás de él. 

Yo: Álex, por favor. (Volví a gritar con lágrimas en mis ojos.)

Álex: ¿Qué? (Preguntó él girándose con el rostro crispado.)

Yo: Por favor, no te vayas.

Álex: No Marina, no puedo más.

Yo: Yo te necesito.

Álex: Eso es lo que tú crees. En realidad soy sólo un juguete del que algún día te cansarás.

Yo: Pero, ¿qué dices? No eres un juguete, para nada. Y nunca, nunca me cansaría de ti.

Álex: Eso es lo que dices, pero en el fondo hasta tú misma lo sabes.

Yo: No es cierto.

Álex: Marina... No puedo más. De verdad, lo intento. Pero no puedo. Antes era yo quien te hacía daño, pero ahora eres tú quien me está destruyendo. Tal vez lo mejor que puedo hacer es alejarme de ti.
Yo: No, no hagas esto, se suponía que estarías a mi lado...

Álex: Sí, y se suponía que tú me querías, pero sin embargo has besado a Sergio.
Yo: Pero yo te quiero a ti.
Álex: En realidad, cuando me dices que me quieres, no puedo terminar de creerte...
Yo: Álex, por favor.
Álex: No puedo. (Dijo sacudiéndo la cabeza y cerrando los ojos.)
Yo: ¿Y te vas a rendir? ¿Ya te has cansado de luchar por esto, por nosotros?
Álex: No. No me he rendido, ni pensaba hacerlo hasta que he visto lo que he visto. Iba a luchar hasta el final, pero ahora ya no sé si quiero seguir luchando... Ahora mismo mi cabeza me dice que me aleje de ti.

Se giró y comenzó a andar en dirección al coche. Yo eché a correr detrás de él, mientras las frías lágrimas inundaban mi rostro. De pronto, comenzó a llover y estuve a punto de resbalarme durante mi carrera.

Yo: ¡No! No quiero que te alejes de mí. (Añadí cuando estuve más cerca de él.)

Álex: Es lo mejor para los dos. Yo desaparezco de tu vida y tú lo intentas con Sergio. Yo volveré a acostarme con otras chicas, volveré a mi antigua vida. Será como si no nos conociéramos.

Gotas de agua recorrían su cara y su camisa blanca se estaba oscureciendo con la lluvia. Yo parpadeaba con fuerza mientras el rímel resbalaba por mi cara, arrastrado por las gotas de lluvia y mi pelo se mojaba más por momentos.

Yo: Pero nos conocemos. Y no puedo vivir sin ti.

Álex: Me olvidarás, antes o después. Sergio te dará todo el apoyo, todo el amor que yo no sé darte.

Yo: No. No quiero el apoyo ni el amor de nadie que no seas tú.

Álex: Escúchame, es lo mejor.

Yo: No, no, no, ¡no! Cambiaré...

Álex: No lo entiendes, ¿verdad? (Le miré confundida.) No necesito que cambies, eres perfecta así. El problema soy yo, el problema es que esto se me está yendo de las manos... Nunca he querido enamorarme, ni de ti ni de nadie. Pero por mucho que lo he intentado, no he podido evitarlo. Y ahora dependo demasiado de otra persona...

Yo: ¿Y eso qué tiene de malo? (Pregunté desesperada.)

Álex: Que tú te mereces algo mejor, algo como Sergio. Un chico dulce, que sepa lo que necesitas en cada momento, que te haga sentir especial; y por mucho que me duela, ese chico no soy yo.

Yo: Tú me haces sentir especial, mucho más de lo que nadie puede hacer.
Álex: Eso es ahora. Con el tiempo, seguro que conocerás a alguien mejor...
Yo: Pero, ¿qué pasa si no quiero conocer a nadie, si me basta contigo? ¿Qué pasa si te necesito a ti y a nadie más?

Álex: Pero Sergio...

Yo: Sergio es mi amigo. (Le interrumpí.)

Álex: ¿Entonces por qué le besas? (Gritó.)

Yo: Porque quería comprobar que esto era real.

Él no dijo nada, sólo bajó la cabeza.

Yo: Escúchame, ese beso no ha significado nada, solo me ha confirmado lo que ya sabía.

Álex: ¿Qué sabías?

Yo: Que si tuviera que elegir, te elegiría a ti.

Él no dijo nada, sólo me miró a los ojos. Yo me acerqué a él, lentamente y agarré su camisa con fuerza. Me miró sorprendido, esperando alguna clase de explicación, pero yo no dije nada. Rocé sus labios, e inhalé su olor. Le miré a los ojos con firmeza. Agarré su mano y le besé, despacio, con dulzura; mientras la lluvia mojaba nuestros rostros. Pasé mi mano por su pelo y él me levantó en peso con tal suavidad que sentí que estaba flotando. Cuando el besó cesó, mordí su labio suavemente y él me sonrió. Estaba segura de que ambos recordaríamos aquel beso durante mucho tiempo.