Capítulo 8 ~> Sorpresa.

De repente se abrió la puerta de un despacho y oí unas risas. Me giré y mi corazón se relajó, dejó de  palpitar de esa manera en la que late cuando estás asustado. Allí estaban mi madre, Di, alguien que supuse que era el tal Henry, y varias personas más a las que no pude reconocer. Mi madre se giró y me miró, notando la angustia en mi rostro. Su sonrisa se desvaneció.
Yo: Mamá. (Dije con un grito ahogado)
Mamá: Marina... Sabía que ibas a venir.
¿?: Hola, querida. Tu madre me ha hablado mucho de ti.
Yo: Amm. ¿Es usted Henry?
¿?: Sí.
Yo: Pues, encantada.
Sonreí. Me había sorprendido el hecho de que supiera español. Pero, ¿qué esperaba? Era el dueño de una gran compañía por la que pasaban todo tipo de bailarines de todos los lugares del mundo.

Mamá: Estaba diciéndole al señor Henry, que se viniera a cenar esta noche a casa, ¿qué te parece?
(Me miró con mirada cómplice.)
Yo: Sí, por mí perfecto.
Mamá: Venga, no puede negarse señor Henry.
Henry: Cenamos pero en mi casa y una cosa más, no me llame "señor Henry", llámeme Henry. (Dijo con una sonrisa.)

Mi madre asintió, mientras sonreía tímidamente. Salimos a la calle. Henry se dirigió a un gran Mercedes todoterreno, que por lo que observé tenía pinta de ser mucho mejor que cualquiera de los coches que yo podría llegar a tener en toda mi vida. Nos montamos.

Yo: ¿Cuál era la sorpresa de mamá? Es decir, ¿para qué quería que te arreglaras tanto?
Diana: Nada, hemos conocido a Usher.
Yo: ¿Usher? ¿Qué habéis conocido a USHER?
Diana: Sí.
Yo: ¿Y cómo es?
Diana: Pues no se. Es famoso.
Yo: No, ¿qué dices? (Dije en un tono un tanto sarcástico.)

El resto del camino no hablé con Diana, pero mi madre no paró de hablar con Henry ni un solo segundo. Al parecer se llevaban muy bien.

Llegamos a su casa. ¡Era enorme! Nunca había visto una casa tan grande, y pensar que iba a cenar ahí se salía de mis expectativas. Tenía que ser alucinante vivir en esa mansión, por así decirlo.

Salimos del coche y entramos. Por dentro la casa era aún mejor. ¡Esto no podía ser real!¿Cómo había pasado yo de vivir en un pueblucho de mala muerte a estar en una casa de esas de lujo que sale en los documentales y a tener una hermana que acababa de conocer al mismísmo Usher?
No me entraba en la cabeza.

Mamá: Te he traído una ropa un poco más adecuada, si vamos a conocer a sus hijos, tienes que ir más decente. Toma, aquí la tienes sube y vístete.
Yo: Voy.
Mamá: No tardes.

Me dedicó una sonrisa mientras subía las escaleras que conducían a la segunda planta. Me metí en uno de los más de diez baños que estaba segura que había en la casa.
Y... ¡Vaya un baño! Me cambié. Iba un poco más adecuada que con la ropa con la que había venido, la verdad.
Salí del baño después de echarme un poco de colorete y rímel, y bajé a cenar.  Cuando llegué al salón después de dar unas cuantas vueltas por la casa hasta encontrarlo, estaban todos sentados.
Mi madre estaba sentada al lado de Henry. En la mesa había dos chicos jóvenes y un sitio vacío, aparte del mío. Me preguntaba de quién sería ese sitio, pero pensé que lo más correcto era mantener mi duda en secreto.
Nos sirvieron el primer plato. Mientras una mujer recogía los platos para servirnos el segundo plato, oí como se abría la puerta de entrada. Pensé que sería la persona que ocupaba el sitio restante.
Un chico alto de unos veinte años más o  menos irrumpió en la sala, acompañado por otro chico más joven que el primero, pero un año o dos mayor que yo.

Henry: Hombre, Jake habéis llegado pronto. (Dijo dirigiéndose al mayor) ¡Alex, cuánto tiempo!Pensaba que llegarías mañana. ¿Cómo ha ido el vuelo?
Alex: Pues perfectamente, tío. Es que lo adelanté. Penséque cuanto antes llegara mejor.
Henry: Me alegro de veras. Sentaos y disfrutad de la cena.
Jake: Gracias papá.

Jake se sentó en el sitio restante y ordenó a la muchacha que recogía los platos que le trajera un plato y un cubierto a su primo, que se sentó justo a su lado.
La cena transcurrió tranquilamente, con constantes miradas y cuchicheos por parte de mi madre y Henry. De repente mi madre se levantó,y segundos después Henry la imitó diciendo:


Henry: Disculpadnos un momento.

Vi como se alejaban y subían lasescaleras. Oí como reían, y la duda empezó a invadir mi mente.
¿Qué irían a hacer y por qué se iban así en mitad de la cena, dejándonos ahí a todos con la intriga? Sentí un deseo incontralable de levantarme y seguirles. Intenté pensar con sensatez, y no hacer cosas de las que luego pudiese arrepentirme, pero, ¿qué iba a hacer? En esos momentos sólo era capaz de pensar como una cría, ya que la duda me estaba matando. Así que me levanté de la mesa.

Yo: Disculpadme, necesito ir al baño.

Subí las escaleras lo más deprisa que pude, y empecé a andar sin destino alguno por aquel inmenso pasillo. Fui abriendo todas las puertas que encontré a mi paso, pero nada. No había ni rastro de ellos. Vi una puerta entreabierta al final del pasillo con una corbata colgada en manillar. Asomé la cabeza, pero nada. Me di la vuelta y decidí que ya había hecho bastante la niña esa noche, así que me dispuse a volver al salón, hasta que oí a mi madre.

Mamá: Henry, bajemos.

Me volví y abrí la puerta con decisión. Ahí estaban mi madre y Henry, en una esquina de la sala. Besándose.
No, no, no. No podía ser. ¿Por qué hacía mi madre todo esto? Las lágrimas invadieron mis ojos. Y eché a correr. Mientras mi madre gritaba.


Mamá: Marina, ¡no!. Espera. No es lo que tú crees.

¿Ah, no? Y, ¿entonces qué era? Hice caso omiso a sus gritos y seguí corriendo, pero no en dirección al salón, lo que menos quería ahora mismo era que me vieran así. Recorrí toda la casa, llorando. Durante mi carrera tropecé y me raspé la rodilla, pero seguí corriendo, ni eso ni nada iba a detenerme. Hasta que alguien me agarró del hombro y me detuvo.

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