Capítulo 9 ~> Encontronazo.

Me giré con el rostro pálido mientras negras lágrimas recorrían mis mejillas. Debía parecer un monstruo con todo el rímel corrido, pero no me importaba. Ante mí se hallaba Alex, el sobrino de Henry. Me miró con cara de preocupación. Bajé la cabeza, no era capaz de mirarle en el estado en el que estaba. Sujetó mi barbilla y tiró de ella hacia arriba, de modo que le mirase a la cara.

Álex: Eey, ¿qué pasa? ¿Por qué lloras? (Me dijo en un susurro.)

No era capaz de responderle, en realidad no era capaz de hablar. Me quedé mirando fijamente sus  gigantes ojos, mientras él me miraba y sonreía en tono burlón.

Álex: Anda, no llores. ¿Cómo habías dicho que te llamabas?
Yo: En realidad yo no te he dicho mi nombre.
Álex: Ah, cierto, cierto. Pero, ¿podría tener el honor de saber cómo se llama esta señorita?
Yo: Depende de si la señorita quiere decírselo.
Álex: ¿Y quiere esa señorita decírmelo? 
Yo: Creo que sí. (Dije con una sonrisa.)

Se rió durante un momento y luego enmudeció. Me secó con su dedo índice una lágrima que, despistada aún recorría mi mejilla, y luego me ofreció un pañuelo que sacó de su bolsillo.

Yo: Que extraño que lleves pañuelos en los bolsillos, ¿no?
Álex: Ya, pero es que tenía la extraña sensación de que me iba a hacer falta ofrecerle uno a una señorita que me iba a encontrar deambulando con paso perdido por el pasillo de la casa.
Yo: ¿Y tienes todos los días sensaciones de esas?

Me repondió con una sonrisa. Era raro, estaba yo, ahí sola en el pasillo de aquella mansión con un chico al que no había visto en mi vida, pero no estaba incómoda. En realidad era el mejor momento que había vivido desde que llegué. Y las lágrimas cesaron, ya no tenía más ganas de llorar. En realidad sonreía, sin saber por qué.

Álex: ¡Ala! Llevas sangre. ¿Cómo te has hecho eso? (Dijo mirando el arañazo de mi pierna.)
Yo: No se, antes he tropezado y... Me he arañado un poco.
Álex: Ven, tengo que curarte eso.
Me agarró de la mano y me guió hasta llegar a un baño. Me sentó en una especie de escalón que daba acceso a la ducha.
Álex: Espera, voy a por un botiquín. No te muevas de aquí.
Yo: ¿Yo? ¿Moverme?
Álex: Sí, te veo capaz de salir corriendo de nuevo y esconderte para que no te cure.
Yo: No, eso sería ser una chica muy mala. Y yo no soy así.
Álex: Bueno, eso habrá que comprobarlo.

Me dedicó una última sonrisa y se marchó en busca del botiquín. Menos de cinco minutos depués regresó con aquello que había ido a buscar.

Álex: Veamos, aquí está soy médico particular.
Yo: ¿Y por qué tengo yo un médico particular?
Álex: Es que las chicas tan guapas como tú no pueden ir a los mismos médicos que los demás.
Yo: ¿Y por qué no?
Álex: Porque no.
Yo: Buena respuesta. Me has convencido.

Me miró y una tímida sonrisa se dibujó en su rostro. Levantó mi rodilla y la curó perfectamente.

Álex: Ale. Ya estás.
Yo: ¿Y cómo es que sabes tanto?
Álex: Es que voy a estudiar medicina.
Yo: Me alegro. Si es lo que te gusta, adelante.
Álex: Sí. Mi padre quería que estudiara empresariales, pero no es algo que me guste mucho, la verdad.
Yo: ¿Y qué haces aquí? Estamos a mitad de curso. ¿No deberías estar en casa para ir a clase?
Álex: No, es que durante la época escolar vivo aquí con mis primos y mi tío.
Yo: ¿Y eso?
Álex: Pues, es que como yo no doy clases normales y me las da un profesor particular francés que vive aquí en Nueva York, le pillaba mejor venir hasta la casa de mi tío ya que vive a sólo 20 minutos en coche, así que me quedo aquí, durante ese tiempo.
Yo: ¡Qué pasada!
Álex: No es tan bueno. A veces agobia.
Yo: Ya, tiene que ser un poco desesperante. (Miré el reloj.) ¿Sabes que llevamos una hora aquí?
Álex: ¿Ah sí? Pues para haber sido una hora se me ha pasado muy rápido.

Le sonreí y me levanté.

Yo: Bueno, será mejor que bajemos ya.
Álex: Sí.

Salimos del baño y bajamos al salón. Mi madre al verme soltó un suspiro de alivio.

Mamá: Marina, ¿dónde te habías metido? Te he estado llamando.
Yo: Ya...
Mamá: Bueno Henry, ha sido una gran velada. Pero nos vamos a ir yendo ya, es tarde.
Henry: De acuerdo. Hasta mañana, Natalia.
Diana: Adios.
Jake: Adios a todos.
Henry: Adios. Esperamos que volvais pronto por aquí.

Mi madre cerró la puerta y llamó a un taxi.
Cuando llegamos a casa subí directamente a mi habitación, no tenía ganas de ver a nadie. Sólo quería dormir, había sido un día largo.


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