Unas horas más tarde sonó el sonido de un teléfono en la habitación de Diana, pero ella debía de estar durmiendo, porque el sonido no cesó hasta que yo me levanté, me dirigí a su habitación y abriendo cuidadosamente la puerta cogí su teléfono. Como había supuesto, ella estaba dormida y no se enteró. Era un mensaje de un tal Nico. En el ponía:
“Diana, mañana paso a verte. La he dejado, ¿sabes? Por ti. Porque como ya te he dicho, te quiero.”
Sonreí inconscientemente y dejé el teléfono, de nuevo en su habitación. Minutos después ya me encontraba en mi cama, soñando con Álex, con su olor, con su presencia... A la mañana siguiente tuve un examen de matemáticas. Y como no, suspendí. No había estudiado la tarde anterior, no había tenido ganas, aunque en realidad se me había olvidado. La profesora me dijo que mi nota era inferior al tres. ¡Mierda! Iba a suspender mates, pero, ¿qué le iba a hacer yo si no entendía ni una solo cosa de las que explicaban? ¿A quién podía pedirle ayuda? Cuando salía de clase de camino a la cafetería, vi una cabeza rubia avanzando delante de mí, con dos chicos más. Le reconocí al instante y tuve una idea. Necesitaba hablarla con él. Esperé unos instantes, deseando que se separase de aquellos chicos, pero no lo hizo, y echándole valor, me acerqué. Sergio se giró y pude observar sus ojazos verdes. Nos quedamos en silencio, mirándonos, mientras los otros dos chicos nos miraban asombrados.
Sergio: Hola. (Dijo rompiendo el silencio.)
Yo bajé la cabeza, azorada
.
Yo: Hola.
Sergio: No tengas vergüenza. (Dijo mientras se agachaba y me miraba por debajo del flequillo.)
Yo levanté la cabeza y miré a sus dos amigos. Luego volví a mirarle a él, que tenía esa sonrisa cálida suya, que me hacía sentir tan segura.
Sergio: Estos son Liam y Harry. (Dijo señalándoles.)
Yo asentí. Ellos se acercaron a darme dos besos.
Yo: Encantada. Yo soy Marina.
Liam: ¡Hombre! Sergio nos ha hablado de ti.
Miré a Sergio, que se había puesto colorado.
Yo: ¿Sí?
Liam se dispuso a contestar, pero Sergio le interrumpió.
Sergio: Les comenté que había conocido a una chica española. Nada más.
Miró con dureza a Liam, que sonrió y le dio un codazo a Harry. Sergio acabó sonriendo a su vez y luego se giró y me miró.
Harry: Bueno, nosotros mejor nos vamos.
Sergio: Anda tirad. Luego nos vemos.
Harry y Liam, se despidieron con la mano y yo les imité.
Sergio: Bueno, ¿qué querías?
Yo: Quería hablar contigo…
Sergio: ¿De qué? ¿Qué ha pasado? ¿Has decidido apuntarte a la competición esa?
Anda, el concurso. Lo había olvidado. Pero no había pasado la vergüenza impresionante que acababa de sufrir para hablar con Sergio de la competición.
Yo: No precisamente.
Sergio ¿Entonces?
Le agarré del brazo y le arrastré hasta el banco más cercano.
Sergio: ¿Qué te pasa?
Yo: A ver…
Sergio: Dime.
Yo: Pues que como te dije no se me dan bien las matemáticas y hoy hemos tenido un examen. ¿Quieres saber mi nota?
Sergio: Sí.
Yo: Un 2’75.
Sergio: ¿Y cómo ha sido eso? ¿Es que no pudiste estudiar?
Yo: No, no pude. Pero, aparte, no entiendo nada de lo que explican.
Sergio: ¿Y quieres que yo te ayude?
Yo: Sólo si no te importa.
Sergio: Claro que no.
Yo: ¿En serio?
Sergio: No me cuesta nada. Aparte me gustan las mates.
Yo: ¡Dios! ¿Entonces lo harías?
Sergio: Por supuesto.
Yo: Muchísimas gracias. Si apruebo será gracias a ti.
Sergio: No vas a aprobar, vas a sacar nota.
Yo: Ojalá.
Sergio: Bueno, pues esta tarde empezamos.
Yo: ¿Ya?
Sergio: Sí, cuanto antes mejor. Pero sólo podemos dar tres clases a la semana, los martes y los miércoles tengo entrenamiento.
Yo: Es más que suficiente. Bueno, y ¿cuánto tengo que pagarte?
Sergio: ¿Pagarme? ¿Pero tú estás loca? ¿Cómo vas a pagarme?
Yo: No, ¿estás tú loco? No me vas a dar tres clases de mates a la semana y encima gratis.
Sergio: No me cuesta trabajo.
Yo: ¡Que no! Algo te pagaré.
Sergio: No, sólo quiero una cosa a cambio.
Yo: Lo que quieras.
Sergio: Participa en el concurso del instituto.
Yo: Pero…
Sergio: Sé que puedes ganar. (Dijo interrumpiéndome.)
Yo: No puedo. Hace demasiado que no bailo, no puedo competir después de un año sin marcar ni un paso.
Sergio: Tienes hasta abril para prepararlo, y yo puedo ayudarte.
Yo: ¿Me vas a ayudar a bailar? (Dije con una sonrisa.)
Sergio: Sí. Bueno no. Puedo, puedo buscarte la música, si quieres.
Yo: No es necesario. Bastantes molestias vas a tomarte ya por mí.
Sergio: ¿Entonces hay trato?
Estiró una mano esperando que yo hiciera lo mismo.
Yo: No sé.
Sergio: Venga…
No hay comentarios:
Publicar un comentario