Capítulo 33 ~> Mejor así.

Quería besarle. Lo deseaba desesperadamente. Cuando nos encontrábamos apenas a unos centímetros, él retrocedió.

Sergio: Lo siento. (Dijo bajando la cabeza.)
Yo: No importa.
Sergio: Es que no debería, lo sé. Sé que tú estás con Álex y que si me besaras no significaría nada para ti. No sé en qué estaba pensando.

No contesté. ¿No significaría nada para mí? Siendo franca, no lo sabía. Pero era mejor así, sólo amigos. Me repetí estas últimas palabras en mi cabeza, hasta que Sergio volvió a hablar.

Sergio: De todas formas eres mi mejor amiga, y ni yo siento nada por ti, ni tú por mí. ¿No es así?

Dudé unos segundos, pero después respondí.

Yo: No. (Dije intentando parecer convencida.)

¿No sentía nada por mí? Eso acababa de decir. Él, que había estado a punto de besarme me acababa de decir que no sentía nada por mí. Sentí como si me hubieran pegado una puñalada en el corazón. Bajé la cabeza, y suspiré.
Seguimos andando, pero no volvimos a hablar en todo el camino. De vez en cuando miraba de reojo a Sergio que caminaba mirando al frente, perdido en sus pensamientos. En esos momentos deseé con todas mis fuerzas poder saber en qué estaba pensado, pero me pareció algo un poco difícil de realizar así que me limité a seguir caminando, a su lado.
Pero, ¿qué clase de persona era? Me acababa de pelear con mi novio, y había estado a punto de besarme con mi mejor amigo. Lo más desconcertante era que aquel casi beso se repetía una y otra vez en mi cabeza, impidiéndome pensar con claridad. 
Sergio se paró de repente. Yo miré hacia todos lados desconcertada.

Sergio: Hemos llegado. (Dijo él.)

Asentí.

Yo: Bueno hasta mañana.
Sergio: Mañana es sábado. (Respondió él sonriendo.)
Yo: Pues hasta el lunes. (Dije yo secamente, abriendo la puerta de la calle y entrando a mi edificio.)
No me giré hacia él hasta que estuve ya dentro del ascensor. Le vi alejándose lentamente, de espaldas. Pulsé el botón del piso 27 y cerré los ojos, mientras el ascensor me subía hasta mi casa.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Grité.
Me apoyé en el espejo del ascensor y me escurrí hasta caer al suelo. Entonces una lágrima recorrió mi cara, dejando una pequeña marca a su paso. La sequé con la manga de mi chaqueta y me levanté del suelo, como pude. Entré en casa, sin saludar a nadie y me encerré en mi habitación.
El fin de semana pasó más rápido de lo que yo hubiera querido. Álex llamó más de diez veces, pero yo no me encontraba con fuerzas para contestar. Álex no era ahora mismo mi mayor problema. Claro que le quería, pero antes de hablar con él, tenía que ordenar mis ideas, con respecto a Sergio. Muy a mi pesar, el lunes llegó. Cuando llegué al instituto vi a Sergio a lo lejos con Liam, Harry y un chico al que no conocía. Suspiré y seguí andando, hasta llegar a clase. Me senté en mi sitio, y esperé en silencio al comienzo de la clase. Tres clases después, cuando sonó el timbre que marcaba el comienzo del recreo, decidí ir a la biblioteca, ya que si salía al patio le iba a ver, y no me apetecía. Entré en la biblioteca y me senté en una mesa redonda. Saqué un libro de mi mochila y comencé a leer. Unos minutos más tarde, una chica morena se sentó a mi lado. Levanté la cabeza del libro que estaba leyendo y la miré. La chica me sonrió, y yo le respondí con otra sonrisa.
Se acercó a mí.

Chica: El libro que estás leyendo es uno de mis favoritos. (Dijo ella en voz baja.)
Yo: Está bastante bien. (Dijo con la misma voz.)
Chica: Perdón. Que maleducada, no me he presentado. Me llamo Melisa, pero todo el mundo me llama Mel.
Yo: Encantada. Yo soy Marina.
Mel: Marina. (Repitió.) Un nombre poco común.
Yo: Aquí no lo es, pero en mi país se oye mucho.
Mel: ¿No eres de aquí?
Yo: No soy de España.
Mel: ¿Y cómo es que vives aquí, con lo bonito que es ese país?
Yo: Pues, todo se basa en un divorcio y un nuevo contrato aquí.
Mel: Supongo que echarás de menos a tu familia y a todos tus amigos.

¿Amigos? Sí, los echaba tanto de menos que ya no me acordaba prácticamente de ninguno de ellos.

Yo: Sí. (Me limité a responder.)
Mel: Bueno, y ¿cómo es que no estás en el patio?
Yo: No sé… No me apetecía mucho.
Mel: Entiendo. (Dijo ella sonriendo.)
Yo: ¿Y tú qué haces aquí?
Mel: Estoy peleada con Lissa Harris, y tiene la costumbre de hacerme la vida imposible, así que me refugio aquí.
Yo: ¿Y eso por qué?
Mel: Es una larga historia.
Yo: No importa, tengo tiempo. (Dije sonriendo.)
Mel sonrió y se levantó de la silla. Observé que era muy guapa. Tenía el pelo rizado de un tono marrón chocolate y los ojos muy oscuros, casi negros.
Yo: ¿A dónde vas? (Le pregunté desconcertada.)
Mel: Puede que lo hayas olvidado, pero esto es una biblioteca y aquí no se puede hablar. (Respondió ella sonriendo.)
Yo: Pues supongo que podemos ir a otro sitio. (Añadí levantándome de la silla y siguiéndola fuera de la biblioteca.)

Nos sentamos en el banco donde solía sentarme con Sergio, yo me revolví algo incómoda y ella lo notó.

Mel: ¿Qué pasa?
Yo: Nada, que este banco me trae recuerdos. (Dije sonriendo pesarosamente.)
Mel: ¿Recuerdos?

Asentí. Ella sonrió a mi vez y dejó la mochila en el suelo.

Yo: Bueno, cuéntame.
Mel: Resulta que hace un año, más o menos, se estaba copiando de mí en un examen, y yo lo tapé. No me hacía mucha ilusión que ella se aprovechara de que yo sí había estudiado. Como era de esperar, suspendió el examen, y me culpó a mí de ello. Desde entonces se esfuerza por hacerme quedar mal.
Yo: Vaya una petarda.
Mel: Mucho. (Dijo ella, mientras ambas sonreíamos.)

Pasamos todo el recreo allí sentadas, hablando de cualquier cosa. Era una chica muy agradable y tenía un gran sentido del humor, cosa de la que yo carecía últimamente. Incluso, podría decir que me hizo olvidarme de mis problemas, hasta que sin darme cuenta me giré y le vi. Le observé unos segundos. Él debió de notarlo porque me miró y nuestras miradas se cruzaron. Giré la cabeza y volví a mirar a Mel, que notó como mi cara había cambiado.

Mel: ¿Estás bien?
Yo: Esto… Sí.
Mel: ¿Seguro?
Yo: Sí. Estoy bien. (Dije en un intento fallido de sonreír.)
Mel: Tu cara ha cambiado cuando has mirado a Sergio, ¿qué te pasa con él?
Yo: ¿Le conoces?
Mel: ¿Quién no le conoce? (Respondió como si la respuesta fuera innecesaria.) ¿Te gusta?
Yo: No. Es sólo un amigo. (Dije no muy convencida.)
Mel: No eres la única que se muere por sus huesos, tranquila.

La miré desconcertada.

Yo: ¿A qué te refieres?
Mel: Pues a que aquí en el instituto las lleva a todas loquitas y es que, he de reconocer que el chico no tiene nada de feo. (Sonrió.)

Entonces, sonó el timbre de mi salvación. Me levanté del banco, me despedí de Mel y entré al edificio de camino a mi clase. Y en ese momento ocurrió lo que había estado evitando todo el día. Me crucé de frente con esos preciosos ojos verdes, esos que sólo podían ser de una persona; de mi amigo, de mi mejor amigo.

Sergio: Marina… (Murmuró.)

Yo hice como si no le hubiera oído y seguí andando, pero su mano se aferró a mi brazo haciéndome girarme hacia él. Le miré a los ojos, mientras él me observaba sin decir nada.

Yo: Tengo que irme a clase. (Dije cuando conseguí hablar.)
Sergio: Sólo será un momento, por favor.

Tras unos segundos de vacilación, asentí.

Sergio: Marina… Yo…

Se interrumpió como si no supiera por dónde empezar. Yo le miré lentamente, de arriba abajo y me tuve que contener para no lanzarme a su cuello y abrazarle.

Yo: ¿Qué?

Cuando Sergio se disponía responder, un profesor salió de una de las aulas. Sergio soltó rápidamente mi brazo y se alejó un poco de mí.

Profesor: Ustedes, ¿qué hacen aquí? Vuelvan a clase ahora mismo o les mandaré al despacho del director. (Dijo mirándonos de una manera que nos hizo estremecernos de miedo.)

Ambos asentimos y echamos a andar en silencio. Cuando llegué a mi clase, entré en ella sin despedirme de Sergio, sin ni siquiera mirarle a la cara, simplemente entré como si nadie me acompañara.
Puse una escusa tonta que me librara de un retraso seguro y me senté en mi sitio. Hice como si prestara atención, pero en realidad no me estaba enterando de nada de lo que la profesora de lengua estaba explicando, tenía demasiadas cosas más importantes que entender que la forma pasiva de los verbos.
Cuando sonó el timbre que marcaba el final de las clases recogí mis cosas lo más rápido que pude y eché a correr. Cuando salí fuera giré la cabeza en todas direcciones buscando a Diana, pero otra persona llamó mi atención.

2 comentarios:

AE dijo...

MEENCANTA . ME E LEIDO TODOS LOS CAPIS DE UNA TIRADA Y ME ENCANTA. Que va a pasar al final con alex? y sergio ? por favor publica prnto !!!
besooos

Wendy. dijo...

Me alegro de que te guste... :) Jajajaja, es que las novelas enganchan xD
No puedo adelantarte nada, sólo que tal vez las cosas no sean como te las imaginas. Mañana subiré nuevo capi, un besazo <3

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