Capítulo 34 ~> Necesito tiempo.


Me acerqué a él, lentamente.

Yo: ¿Qué haces aquí?
Álex: Yo… Quería pedirte perdón.
Yo: Pedirme perdón, ¿por qué?
Álex: Por lo del otro día. Por haberme comportado como un idiota, por no valorarte y por no saber lo que quiero.
Yo: Ya…
Álex: Es que no debería haberte dicho eso, no debería haberte dejado marchar, no debería dudar de ti, porque tú sabes lo que sientes y me lo has dejado claro desde el principio y aunque yo también te he mostrado que te quería, a la hora de la verdad no he sabido tratarte como te merecías.

¿Ah sí? ¿Sabía lo que sentía? No, no lo sabía. Álex se merecía saberlo, se merecía saber que creía que me gustaba Sergio… No, pensándolo bien no. No me apetecía ver cómo le volvía a pegar otro puñetazo. Aunque a Sergio sí que podía decírselo, teníamos confianza suficiente, pero ¿cómo explicarles a los demás mis sentimientos si ni yo misma los tengo claros? Lo mejor que podía hacer era no decirle nada a ninguno de los dos. Permanecer callada y apartarme de ellos un tiempo, el necesario para aclarar mis ideas.

Yo: Álex, yo… Necesito tiempo.
Álex: ¿Qué?
Yo: No es por ti, es por mí…

Vale, eso había sonado como una escusa barata, pero era cierto.
Álex no dijo nada. Me miraba fijamente y su rostro se había transformado en una completa máscara de pena. Yo seguí hablando.

Yo: Ne-Necesito tiempo… No tengo las cosas claras. (Añadí tras una pausa.)
Álex: ¿Qué no tienes claro? (Dijo levantándose de la moto y acercándose a mí.)
Yo: Esto Álex. Lo que está pasando con nosotros, contigo, conmigo…

Y con Sergio, pensé.

Álex: Pero, ¿qué está pasando?
Yo: Pues Álex que las cosas no van bien… No estamos como al principio.
Álex: No. ¡Estamos mejor! (Dijo interrumpiéndome y acercándose peligrosamente a mí.)
Yo: Puede, pero creo que necesito algo de tiempo, una pausa. No te estoy dejando Álex, sólo quiero que nos tomemos un tiempo.
Álex: Eso para mí es dejarme, intentando no hacerme daño.
Yo: No, de verdad que no es eso.

Álex no respondió y tampoco se alejó de mí, se limitó a mirarme fijamente.

Yo: Quiero pensar, y mientras podemos ser amigos.
Álex: ¿Amigos?
Yo: Sí, como antes.
Álex: ¿Antes cuándo?

Yo callé, sin saber qué responderle.

Álex: Marina, nosotros nunca hemos sido amigos… Nos conocimos una noche y esa noche ya me dormí pensando en ti. Esa noche ya me gustabas. ¿Y me dices que volvamos a ser amigos? No Marina, yo no puedo mirarte como una amiga. No puedo mirarte y no desear besarte, no puedo tenerte delante y tener que controlarme para no abrazarte, no puedo aguantar el olor de tu pelo sin pasear mi mano por él, no puedo, simplemente no puedo. (Dijo gritando.)

Cerré los ojos. En cualquier otro momento me hubiera tirado encima de él y le hubiera besado desesperadamente, pero ahora mismo no podía.

Yo: Lo siento Álex, pero si me quieres tendrás que aguantarte.
Álex: No sé si podré esperar… Sí que te quiero, pero no voy a permitir que juegues conmigo.
Yo: Eso es lo que pretendo, no jugar contigo. Tener claro que quiero estar contigo antes de hacerte falsas esperanzas…
Álex: Ya me las has hecho. (Dijo alejándose de mí.)
Yo: Pues si es así lo siento.
Álex: Marina, ¿es que no te das cuenta? Has sido la primera, te he hecho un regalo, te he abierto mi corazón, te he llevado a mi casa, cosa que nunca antes había hecho… Te he dado todo lo que tengo.

Llevé mi mano al collar que él me había regalado, unos días antes y que no me había quitado porque significaba demasiado para mí.

Yo: Sí, es cierto. Pero también me has hecho daño muchas veces con tus inquietudes, con tus celos y con tus sentimientos confusos. Le pegaste a mi… A Sergio.
Álex: A tu Sergio, ¿no? Es por él, ¿verdad?
Yo: No…
Álex: Lo sabía.
Yo: No puedes saber nada, porque no es por él. (Le grité.)
Álex: Pues mira, olvídame y quédate con él, si es lo que quieres, si no ya sabes dónde encontrarme.

Y dicho esto se giró, se montó en la moto y se fue. 
Me quedé unos momentos paralizada y para cuando reaccioné su figura ya se veía como un simple punto en el horizonte. Me giré y como era típico en mí eché a correr, de vuelta a casa.
¿Por qué? ¿Por qué había tenido que estropearlo todo con mis estúpidos sentimientos? ¿Por qué no podía dejar las cosas como estaban? ¿Por había tenido que destruir todo lo que había creado estos últimos meses?
Cuando llegué a casa y abrí la puerta me sorprendí de encontrarme allí con mi madre. Me sequé las lágrimas como pude e intenté sonreír.

Yo: Hola mamá. (Dije entrando en la cocina.)
Mamá: Hola cariño. ¿Cómo ha ido el día?
Yo: Pues bien.
Mamá: ¿Qué te pasa? Tienes mala cara. (Dijo acercándose a mí y analizándome de cerca.)
Yo: No me encuentro bien, mamá. Sólo eso. (Dije retrocediendo unos pasos.)
Mamá: Bueno, pues lleva la mochila a la habitación y vente a comer.
Yo: No. No voy a comer, me voy a acostar… Estoy un poco mareada.
Mamá: Como quieras, te guardo un plato y comes cuando te encuentres mejor.
Yo: Gracias mamá.

Me giré y empecé a andar hasta mi habitación arrastrando la mochila por el suelo. Me senté en la cama y me dejé caer hacia atrás.
Recordé mi conversación con Álex y mi sensación al verle marcharse, mi cruce con Sergio y lo que había sentido al tenerle delante.
De pronto sonó el móvil. Alargué la mano y lo cogí. Pensaba que sería de Álex, pero me sorprendí al ver que no era precisamente él.

Yo: ¿Sergio?
Sergio: Quiero recuperar a mi mejor amiga.

No pude evitarlo. Sonreí.

Yo: ¿Y cómo piensas hacerlo? (Le respondí.)
Sergio: Espera unos segundos.
Yo: Sergio, ¿qué piensas hacer?
Sergio: Hablar contigo. (Tras decir esto colgó.)

De repente oí mi timbre. Me levanté de la cama y fui corriendo a abrir. Me sorprendí al ver que Diana, había llegado ya y estaba comiendo.

Diana: Gracias por esperarme a la salida. (Dijo con mala cara.)
Yo: Hola, Di.

Anduve hasta la puerta.

Yo: ¿Quién? (Dije cogiendo el telefonillo.)
Sergio: Sabes quién soy. Baja.
Yo: ¿Y qué pasa si no quiero? (Dije recuperando la compostura.)
Sergio: ¿No quieres?

Me quedé callada. No podía hacer eso, no podía bajar a ver a Sergio. Debía alejarme de ambos. Aunque tenía que explicarle varias cosas.

Sergio: Marina, por favor…
Yo: Ahora bajo.

Colgué el telefonillo y fui a mi habitación. Me puse los zapatos lo más rápido que pude y cogí las llaves. En apenas unos segundos ya estaba en el ascensor. Cuando bajé le encontré ahí, con una sudadera roja y las manos metidas en los bolsillos. Estaba de espaldas, así que solo notó que había bajado tras oír el sonido de la puerta al cerrarse.

Sergio: Hola. (Dijo cuando me coloqué en frente él.)

Una chica que pasó por la calle se le quedó mirando, pero él no le prestó a penas atención porque me miraba fijamente.

Yo: Hola Sergio.
Sergio: Gracias por darme una oportunidad para pedirte perdón.

Esperó a que hablara, pero yo me limitaba a escuchar, mirándome los pies.

Sergio: Yo… Lo siento.

No levanté la cabeza.

Sergio: Mira Marina, lo he pensado mucho y créeme, no sé por qué lo hice.

Yo levanté la cabeza y le miré.

Yo: ¿No lo sabes? (Pregunté perpleja.)
Sergio: No. No debería haber hecho eso. Me importa demasiado nuestra relación como para destrozarla así…
Yo: ¿Destrozarla?
Sergio: Sí, esto no llegaría a ningún sitio. A parte, tú tienes novio, ¿no es así?

Bajé la cabeza.

Yo: Pues, técnicamente no… Le he dejado.
Sergio: ¿Cómo? (Respondió él, perplejo.)
Yo: Eso, pero en el fondo me arrepiento. Tal vez debería volver con él.
Sergio: ¿Es lo que quieres?

¿Es lo que quiero?

Yo: Sí… (Dije tras meditarlo unos segundos.)

No pude evitarlo, una lágrima empezó a recorrer mi mejilla. Le quiero, le quiero mucho, me dije mientras intentaba contener las lágrimas.

Sergio: Entonces ya sabes lo que tienes que hacer. (Dijo sonriendo.)
Yo: Gracias. (Dije mirándole fijamente.)

Me giré y sin despedirme, eché a correr. Entré en la primera parada de metro que encontré y llamé a casa de su tío. Una chica me respondió y me dijo que no estaba allí. Así que solo podía estar en un sitio y yo sabía dónde encontrarle. Monté en el metro y cuando llegué a mi destino, cerré los ojos y subí las escaleras. Llamé efusivamente a la puerta. Necesitaba verle, necesitaba tenerle a mi lado, necesitaba volver a rozar sus labios. Unos segundos después me abrió la puerta. Llevaba una camiseta gris de tirantes y unos pantalones cortos, cosa que me resultó algo extraña, ya que estaba acostumbrada a verle muy bien vestido, pero que me encantó.

Álex: ¿Marina? (Preguntó sorprendido.)
Yo: Sí Álex. Soy yo.

Se quedó callado unos segundos, con la cabeza gacha, hasta que yo hablé.

Yo: ¿Puedo pasar?
Álex: Sí, claro.

Se apartó de la puerta y me dejó pasar. Me senté en el sofá. Él se sentó a mi lado, contemplándome en silencio.

Yo: Álex… (Dije mirándole a los ojos.)
Álex: Dime. (Respondió él, sosteniendo mi mirada.)
Yo: Álex, lo siento. He sido una tonta… Perdóname. (Dije comenzando a llorar.)
Álex: No llores. (Dije él, sujetando mi cara con sus manos.)
Yo: No Álex, no me merezco todo esto. No merezco que me trates así, no he valorado lo que tenía hasta que lo he perdido. Y en ese momento me he dado cuenta de las cosas…
Álex: ¿De qué cosas?
Yo: De que te necesito. De que no puedo vivir sin ti, sin tenerte a mi lado, sin tus celos, sin tus sonrisas, sin tus regalos, sin que me hagas sentir especial…
Álex: Marina…
Yo: No he terminado.
Álex: No es necesario que digas nada más.

Se acercó a mí y me besó. En ese momento nuestro alrededor pareció congelarse, nada que no tuviera que ver con nosotros dos nos importaba. Saboreé sus labios, los había echado demasiado de menos. Me agarró de la cintura y me atrajo hacia él, yo sonreí.
Acerqué mis labios a su oído.

Yo: Te quiero, te quiero Álex. (Dije en un susurro.)

Él sonrió y me besó de nuevo. Cuando nos alejamos me fijé en que sobre la mesa, había un papel con un bolígrafo. Parecía una carta, la cogí suavemente.

Yo: ¿Qué es esto? (Pregunté sonriendo.)

Álex me la intentó quitar, mientras notaba como se sonrojaba.

Álex: No seas mala, dámela.
Yo: No. (Dije provocativamente.) Si la quieres tendrás que quitármela tú.
Álex: Con que esas tenemos. (Respondió él sonriendo.)

Se levantó y vino a por mí. Yo corrí por toda la casa mientras él me seguía sonriente. Llegué al final de pasillo, no tenía escapatoria, me iba a pillar y eso no podía permitirlo. Abrí una de las puertas y entré en la habitación. Era una sala muy amplia y luminosa, con una cama muy grande en el centro y un par de mesillas. Había un sofá y dos puertas, una que sería la del baño, y otra que no sabía de qué podía ser. No quise tocar nada, pero algo me llamó la atención. Sobre la cama había un cuadro. Representaba a una mujer, rubia y muy hermosa. Me acerqué y lo miré. Álex, se acercó por detrás, agarrando mi cintura.

8 comentarios:

AE dijo...

Preciosoooo !! aunque jooo :( con lo mono que parece sergio jajajajajjaja siguiente pronto !!! jajajajaja xD
besoooooss !
me e vuelto adicta a tu novela jaja

«Snoui» dijo...

Preciosoooo, siguee :)

Samy_Belieber dijo...

Me encantó.Este capitulo fue precioso,siguiente!! ;)

Wendy. dijo...

Me alegro muchísimo de que os guste. Esta tarde si puedo subo el siguiente, espero que os guste. :)
Un besazo a todas, y gracias por comentar en serio (L)

Jessica dijo...

Tienes un pedazo premio en mi blog :P

Wendy. dijo...

Gracias, ahora me paso.
Un besazo :P

Mónica. dijo...

Bueno decirte, que tienes un premiio en mi blog, :)

Wendy. dijo...

Muchas gracias cielo (L)

Publicar un comentario