Capítulo 38~> Con cada uno de los mil pedazos.

Entré a mi casa sonriendo como una tonta, pero mi sonrisa se desvaneció de golpe. Mi madre me miraba desafiante desde el sofá, observando cada uno de mis movimientos.

Yo: Hola, mamá… (Dije tímidamente.) ¿Cómo te lo pasaste anoche?
Mamá: Pues supongo que peor que tú.

No respondí.

Mamá: ¿Qué, qué escusa piensas ponerme?
Yo: Ninguna. (Respondí bajando la cabeza.)
Mamá: Dime, ¿dónde estuviste anoche?
Yo: ¿Cómo sabes que no estuve aquí?
Mamá: Marina, que no nací ayer.

Bajé la cabeza. ¿Qué podía decirle? No podía negárselo, era obvio que no había dormido en casa.

Mamá: Me has decepcionado…
Yo: Lo siento.
Mamá: Aún no me has dicho qué hiciste anoche. ¿Estuviste de fiesta?

Negué con la cabeza.

Mamá: ¿Entonces? (Preguntó confundida.)
Tenía que decírselo, no podía seguir mintiendo. Respiré y me dispuse a responder.

Yo: No, no estuve de fiesta. En realidad no salí…
Mamá: ¿Ahora me vas a decir que no saliste? (Me dijo enfadada.)
Yo: No. Déjame explicarme.
Mamá: Explícate y dime la verdad.
Yo: A ver… ¿Sabes quién es Álex?
Mamá: ¿El sobrino de Henry?

Asentí.

Mamá: ¿Qué pasa con él?
Yo: Anoche estuve con él, en su casa.
Mamá: ¿Qué? ¿Me estás diciendo que has pasado la noche con un chico de veinte años?
Yo: Eso mismo, pero tiene dieciocho, no veinte.
Mamá: Pero, ¿tú sabes lo peligroso que es eso? ¡Qué tienes dieciséis años, hija!
Yo: Pero mamá, no pasó nada…
Mamá: ¿A no?
Yo: No.
Mamá: Prométemelo.
Yo: Te lo prometo.
Mamá: No puedo creerte.
Yo: ¿Por qué? ¿Qué motivos tienes tú para desconfiar de mí?

Cerró los ojos, con fuerza y bajó la cabeza, unos segundos después me miró y respondió.

Mamá: De acuerdo, no pasó nada... Pero eso no quita que durmieras con un chico que no conoces, en una casa que no es la tuya y sin permiso.
Yo: Mamá, le conozco. Es mi novio.
Mamá: ¿Qué? ¿Desde cuándo?
Yo: Desde hace más de un mes.
Mamá: No me esperaba esto de ti. (Dijo mirándome fijamente.)
Yo: Pero, ¿qué tiene de malo? ¿Por qué te molesta tanto? ¡No soy una niña, mamá!
Mamá: ¿A no? Eso es lo que tú crees. Eres una cría Marina, te guste o no.
Yo: Puede que lo sea para ti, pero para él no.
Mamá: Ya… Para él no. Seguro que lo único que está haciendo es jugar contigo.
Yo: ¿Jugando conmigo?
Mamá: Sí, porque eres inocente y fácil de engañar. Los de su edad buscan eso.
Yo: Mamá, lo dices como si él fuera un viejo. Sólo me saca dos años.
Mamá: Marina, los muchachos como él solo van a lo que van. Cuando le des lo que quiere se buscará otra y te dejará destrozada, y con el corazón roto en mil pedazos.
Yo: Mamá, eso no va a pasar.
Mamá: ¿Y si pasara?
Yo: Pues le seguiría queriendo con cada uno de los mil pedazos.
Mamá: Seguro que sí y ese sería tu error.
Yo: De los errores se aprende, ¿no?
Mamá: No cuando se trata de estas cosas.
Yo: ¿A no?
Mamá: No. Hija, soy tu madre, sé lo que digo.
Yo: No, no lo sabes. ¡No sabes lo que es estar enamorada! (Grite.)
Mamá: ¿Eso piensas?
Yo: Sí, eso pienso.
Mamá: Pues te equivocas.
Yo: No lo creo, pero si no tuviera razón, yo al menos me permito equivocarme.
Mamá: Te lo digo por tu bien. Porque me preocupo por ti.
Yo: ¡No te preocupes tanto, que sé cuidarme sola!
Mamá: No me hables así.
Yo: ¡Pues no te metas en mi vida!

Me giré y me encerré en mi habitación, cerrando la puerta lo más fuerte que pude. Me tiré de lleno en la cama y un mar de lágrimas comenzó a inundar mi cara. No podía decirme lo que tenía que hacer. Sabía que Álex me quería, me daba igual que ella no creyera lo mismo. Aún así una duda invadía mi mente… ¿Y si tenía razón? ¿Y si Álex quería de mí lo mismo que todos? No, él no era así. Le conocía, sabía cómo era, sabía que no me utilizaría, sabía que le importaba de verdad. Cuando conseguí calmarme me miré en el espejo de mi habitación, me sequé la cara con la manga de la sudadera de Álex y salí de la habitación. Mi madre estaba sentada en la mesa de la cocina leyendo un libro.

Mamá: No voy a obligarte a dejarle si no quieres, pero vas a estar castigada una larga temporada.
Yo: Vale. (Respondí con indiferencia.)

Cogí algo para comer y volví a mi habitación. Me senté en la cama, mirando al techo. Cerré los ojos y hundí la cabeza en la sudadera de Álex, absorbiendo su olor. Un mensaje me interrumpió. Cogí el móvil y lo leí.

2 comentarios:

AE dijo...

un capítulo triste :( pobrecita, no me gustan las madres que te obligan a hacer los que ellas quieren , menos mal que al final no la a obligado a dejarle ni nada por lo parecido jaajajja :) Ha estado fenomenal como siempre !!! jaja sin duda esa es una madre cortarollos jajajajajajjajaja
besoooooooooooooooooooooooooooooooooooooss !

Wendy. dijo...

La verdad es que sí...
No he hecho que la obligara a dejarle, porque no me apetecía complicar tanto las cosas, bastante difíciles son ya.
Este no es de losmejores, pero supongo que te ha gustado xD
Un poco sí jajajajajjaja
Muchos besos para ti también.

Publicar un comentario