Atrapada en tu recuerdo. Final de una historia sin final.

Este capítulo final va dedicado a todas esas personas que me han apoyado o que simplemente han invertido su tiempo o parte de él en prestarle un poquito de atención a esta escritora en prácticas que solo sueña con hacerse un pequeño hueco en este mundo tan grande. Un beso muy fuerte para ellas y muchas gracias por estar ahí.


Una sonrisa suele decir mucho sin apenas decir nada. Tú sonrisa siempre ha dicho mucho incluso cuando no estaba presente. Incluso cuando no sonreías, expresabas tanto que era como si brillara aún no existiendo. Incluso cuando no podía verla, porque estabas lejos, me acordaba de ella y me decía tantas cosas como de costumbre. Y me parecía tan bonita que aún años después la conservo en fotos, y en un pequeño rinconcito de mi corazón, aunque no estés ahora aquí conmigo. Porque sé que volverás como hiciste anteriormente, y me sonreirás de aquella manera de nuevo. Sé que lo harás y por eso no me duele que te hayas ido. Solo me duele no haberme ido contigo. Pero puedo prometerte que estoy completamente segura de que cuando vuelvas a irte montado en una moto, yo estaré sentada detrás, aferrada con ambas manos a tu espalda. Y me dejaré llevar por tu horrible sentido de la orientación porque me da igual dónde estemos, siempre y cuando me dejes estar a tu lado.
Así que recuerdalo, amigo mío. Recuerda que te espero sentada en mi porche con las piernas cruzadas y una sonrisa que aparece cuando me acuerdo de la tuya.
Recuerda también que te quiero. Que te quiero de veras. Y que sé que tú también me quieres, tanto como yo a ti.
Por esa razón sé que cuando tú recuerdas mi sonrisa, al igual que yo, sonríes. Y eso es algo que me hace más feliz de lo que te imaginas.
Toda tuya, Allie.

Cierro el cuaderno con cuidado y lo dejo sobre el suelo. El sol luce en el cielo, pero una suave brisa fría propia del otoño mece mi pelo despeinado. Me apoyo en la pared de la fachada y cierro los ojos. No puedo evitar que una sonrisa tímida se dibuje en mi boca al recordarle abrazándome en este mismo lugar, apenas unos meses atrás. Fue aquí dónde me besó por última vez y después sin apartar los ojos de mí se montó en su moto y tras dedicarme su más bonita sonrisa, desapareció en la lejanía encaminándose hacia el futuro. 
Le echo de menos, le echo mucho de menos. Pero debía dejarle ir, la universidad de aritmética le reclamaba. Y aún hoy, después de dos meses sin verlo, me siento bien por haberle dejado marchar por tercera vez aunque mi corazón grite de desesperación por volver a tenerle cerca. 
Hablamos con frecuencia, y escuchar su voz consigue disminuir algo la nostalgia pero no hace cesar mis ganas de volver a sentir sus labios y ver de nuevo sus ojos del dulce color de la miel.
Pego un bote en el suelo al ver cómo se abre la puerta de mi casa y mi madre sale por ella con un vaso de leche sobre una bandeja.
-He pensado que querrías beber algo.
-Gracias mamá- respondo incorporándome y acercándome a ella.
Me siento en una de las sillas de madera y pego un sorbo al vaso de leche.
-¿Te has parado a pensar que aunque Derek vuelva las cosas no van a volver a ser como antes?
-Sí, lo he pensado y definitivamente las cosas no van a volver a ser cómo eran. Pero le quiero y sé que él me quiere de la misma manera. 
-No siempre será así.
-Lo será mamá. No importa lo lejos que estemos. He pasado tres años sin saber nada de él, y si en todo ese tiempo no dejé de sentir mariposas en el estómago cada vez que veía una foto de él, ¿por qué ahora, en dos meses iba a dejar de sentirlas?
Mi madre me mira complacida y sonriendo abre la puerta de entrada. 
-Solo espero que él lo tenga tan claro como tú. 
-Lo tiene- sonrío y mi madre entra en casa cerrando la puerta tras de sí.
(...)
Al salir a la calle me cierro con fuerza la chaqueta y me abrazo a mí misma. Él al ver como me encojo por el frío me cubre los hombros con su jersey. Yo sonrío, complacida. Avanzamos en silencio por el parque. Cuando llegamos a mi puerta, me detengo.
-Gracias por todo, Oliver- digo antes de entrar.
-De nada, ha sido divertido- dice con sinceridad.
-Pues cuando quieras, me llamas y repetimos. Pero la próxima vez pago yo las palomitas.
-De acuerdo- acepta sonriendo.
-Pues hasta mañana- finalizo entrando en casa. 
Me miro en el espejo y sacudo la cabeza. Es entonces cuando me doy cuenta de que me he quedado su jersey. Abro la puerta rápidamente y me asomo para comprobar que no se ha ido aún. No, está ahí, bajando las escaleras de mi porche.
-¡Oliver!
Él se gira y me observa confundido. Yo sonrío y le muestro su jersey de hilo, que sujeto entre las manos. Retrocede sobre sus pasos y se acerca a mí. Lo coge con cuidado y se lo pone. Después se queda mirándome en silencio, estira una mano y acaricia con dulzura mi cara, para finalmente alejarse un paso de mí y suspirar. Yo me estremezco y, tratando de mantener la compostura, busco entre mis recuerdos una imagen de Derek y me aferro a ella con desesperación.
-Buenas noches- murmura, sin apartar sus ojos azules de los míos.
Sin poder moverme aún, asiento con la cabeza. Permanezco en silencio mientras observo cómo baja las escaleras y avanza por mi jardín. Cuando casi ha alcanzado la puerta de salida, le grito.
-Le quiero, Oliver. Sólo a él. 
-Lo sé, Allie- responde, y sonriendo con tristeza abandona mi jardín.
(...)
Me gustan los viernes, y más si son festivos. Son días tranquilos sin demasiadas cosas que hacer. Puedes dormir hasta la tarde o sentarte a observar el jugueteo de los pájaros. 
Hoy es uno de esos viernes en los que no quiero hacer nada, ni ver los pájaros ni dormir. 
Es uno de esos días en lo que sólo me apetece coger un libro y pasar las horas leyendo, para olvidar lo mucho que necesito a la persona más importante de mi vida y que ahora mismo, no está a mi lado. Me siento en la cama, enciendo mi reproductor de música, agarro un libro de la estantería y me enfrasco en su lectura. 
Poco a poco, la música lo envuelve todo y mi cabeza se centra en las palabras que el libro desprende. Hasta que cuando me quedan menos de cincuenta páginas para terminar, mis párpados empiezan a pesar tanto que no puedo evitar quedarme dormida.
(...)
Despierto arropada por unos brazos fuertes. Tras mucho pestañear, mis ojos se acostumbran a la luz. Levanto lentamente la cabeza y le veo.
El ritmo de mi corazón acelera notablemente y se para cuando finalmente me susurra 'Buenos días, vida mía.' acompañando sus palabras con una sonrisa perfecta.
Sin dejarme tiempo para recomponerme y asimilar que aquello no es sueño, me besa, una y otra vez durante un tiempo que se me antoja muy poco.
-¿Qué haces aquí?- pregunto sin alejarme de él.
-Darte todos esos besos que no te he dado estos meses- dice volviendo a besarme.
-Derek- digo alejándome unos centímetros- no tendrías que estar aquí. Deberías estar en clase.
-Es festivo.
-Sí, pero hay un día de camino desde tu universidad hasta aquí.
Él sonríe.
-No quiero estar allí, si no puedo estar contigo al mismo tiempo.
-¿Y qué quieres, dejar las clases?- digo enfadada.
-Puedes venirte conmigo.
-¿A la universidad?
-No vivo en la universidad, tengo una casa de alquiler allí.
-No puedo, Derek..
-¿Por qué no?
-¿Crees que mis padres me dejarían?
-Lo he hablado con ellos, y han aceptado tras mucho insistir.
-¿Cómo?- pregunto realmente sorprendida.
-Quería tenerlo todo previsto antes de pedírtelo.
-¿Quieres vivir conmigo, Allyson?- me pregunta con seriedad mirándome fijamente a los ojos.
Parpadeo un par de veces, y finalmente, asiento. Derek sonriente, me abraza con fuerza y me besa de nuevo.
-Te he echado de menos- digo con un hilo de voz.
-Ya no tendrás que echarme nunca más de menos. Aunque, en realidad, yo no he tenido que extrañarte pues he estado contigo en todo momento. 
-¿Has estado conmigo?- repito confundida, pero sin dejar de sonreír.
-Sí. ¿Recuerdas aquel día en el que te dije que cuando yo me fui mi corazón se quedó contigo? Pues esta vez ha vuelto a quedarse y lo hará siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola. Hoy voy de blog en blog. Y esta foto la he visto hoy mismo pero con la memoria que tengo no sé dónde. Seguiré leyendo.

Laura. dijo...

Precioso Wendy, precioso. Me he encantado de verdad. El "le quiero Oliver, solo a él" me ha puesto los pelos de punta. Esa sinceridad debe de hacer daño... Esa es una de las escenas que me has me ha gustado, he podido imaginármelo perfectamente, ha sido una pasada.
Me ha encantado poder leer esta historia, ahora espero con ansias la próxima.
Un besazo preciosa(:

María Fernanda dijo...

Tenes un premio en mi blog! http://mividacomoadolescenteyalgomas.blogspot.com.ar/ FELICIDADES!

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