Capítulo 5 ~> Welcome to USA (;

Suponía que me acabaría acostumbrando a mi nueva vida. Pero me costaba imaginar cómo serían ahora las cosas.

Vi a un hombre que llevaba un cartel a lo tipo sandwich en el que ponía:
¡Así que estábamos en Manhattan! ¿Pero eso no estaba en Nueva York? Menos mal que le había pedido un lugar tranquilo, si no ¿qué hace, me lleva a Ibiza?... Aunque era un bonito lugar para empezar una nueva vida.
Mi madre le pagó al conductor y echamos a andar.

Yo: Manhattan, eh. ¡Mola!
Mamá: Sí, ¿a que es bonito?
Yo: Es bastante bonito, la verdad.
Diana: Mamá, ¿dónde está nuestra casa?
Mamá: En Wall St.
Yo: Y, ¿dónde está eso?
Mamá: En la siguiente calle.

¡Bien! Cada vez quedaba menos para poder ver nuestra nueva casa. Andamos durante unos 5 minutos más, hasta que llegamos a una de esas calles típicas de ricos con chalets enormes y jardines con césped y todo tipo de plantas. Las casas eran preciosas. Estaba deseando que mi madre nos dijera cuál de esas era la nuestra, pero siguió andando hasta el final de la calle y torció a la derecha. ¿Por qué torcía? ¿A dónde iba?
Se suponía que estaba en la siguienta calle, ¿no? Y esa era la calle.

Yo: Mamá, ¿no se suponía que estaba cerca?
Mamá: Y está cerca.
Diana: Estando tan cerca, ¿por qué no llegamos?
Mamá: Queréis no ser impacientes.
Yo: Pero mamá... (Giramos y de repente mi madre paró en seco)
Mamá: Aquí es.

Era un edificio alto, en comparación con los de España, pero no tenía pinta de tener más de 15 plantas. Parecía bastante nuevo, de menos de dos años de antigüedad. abrimos la puerta y nos montamos en el ascensor. Subimos al piso 7. Llegamos a nuestra casa 7a. Dejamos las maletas en la puerta mientras mi madre sacaba las llaves. Cogió la de la casa y la metió en la cerradura y la giró, y giró, y giró, y giró hasta que la puerta se abrió.
Entramos y vimos toda la casa. Era muy acogedora. Sinceramente ¡Me encantaba!
Los dos días siguientes fueron horribles. Horas y horas en tiendas de muebles, de lámparas, de cocinas... ¡Fue agotador! Pero lo peor fue cuando nos llegaron los muebles y tuvimos que montarlos entre las tres. Unos meses atrás este trabajo le habría tocado a mi padre, ya que era el hombre de la casa, pero ahora ya no había ningún hombre en mi casa. Unos días después estuvo todo terminado. Ya no había ni más cajas, ni más camiones de transporte, ni tenía que ver a ami madre peleándose con las instrucciones de montar algún aparato o mueble, que venían en un inglés muy extraño y no había quién las entendiera, ¡ni con diccionario en mano éramos capaces de traducir lo que ponía!
El día 12 de septiembre, justo una semana y un día después de nuestra llegada, empezaban las clases. ¡Primer día de instituto, allá voy!

Lo siento, he tardado mucho en escribir este capítulo, pero es que estando en la playa no tengo mucho tiempo. :)
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