Capítulo 10 ~> Inesperado.

El odioso despertador, sonó justo a la hora prevista. A las siete y cuarto me obligó a abrir los ojos con su horrible estruendo, que se oía en todas las casas del edificio.
Me levanté y comencé un nuevo día, preguntándome si lo que había sucedido la noche anterior había sido real o lo había soñado. Al ver el conjunto de aquella noche sobre la silla y los zapatos tirados de mala manera sobre el suelo de la habitación, yo misma descubrí la respuesta.
Fui a clase, y aguanté el segundo día en ese lugar en el que no entendía a nada ni a nadie. Era terrible el hecho de no poder ganar unos puntos extra en alguna pregunta de clase que sabes reponder, pero no puedes explicar con exactitud porque no consigues hacerte entender con claridad.
Y así pasó el segundo día, pasando desapercibida todo lo posible. A la hora de volver a casa, Diana no estaba esperándome en el lugar en el que debería haber estado, así que la llamé por teléfono y se limitó a responderme que volviera yo sola, sin dar más explicaciones.
Llegué a casa, pero no había nadie, ni mi madre, ni mi hermana. Entré en la cocina buscando algo que comer y encontré una nota con letra familiar sobre la mesa.

 "Hija, he llevado a tu hermana a comer a casa de una amiga, yo tengo una reunión de trabajo. No nos esperes hasta la noche. Un beso."

Bueno, eso quería decir que esa tarde no tendría compañía. Pasé toda la tarde preparando un trabajo que nos había mandado sobre la segunda guerra mundial, y el tiempo se pasó bastante rápido. Durante un momento recordé el encontronazo con aquel chico, con Alex. Había sido muy amable, pero dudaba que volviera a tener el más mínimo contacto con él.
A las nueve llamaron al timbre. Fui a abrir, ya con el pijama puesto y un moño improvisado en la cabeza. Suponía que sería mi madre con Diana. Y no me equivoqué, pero había una sorpresa. No venían solas. Un chico alto al que no pude verle la cara las acompañaba. Supuse que sería algún repartidor o un vecino, por lo que no me cambié y abrí la puerta así, tal cual.
Fue tal mi sorpresa al ver a Alex ahí, frente a mí, que juro que las piernas me temblaron más de lo que me habían temblado en mi vida.

Alex: ¡Hola!
Yo: ... Hooohoooola. ( Noté como se sonrojaban mis mejillas.)
Mamá: Pasa cielo.
Yo: ¿Que pase?

Dije, mirando a mi madre con cara de súplica y vergüenza a la vez.

Mamá: Sí, tengo que darle unos papeles que le hacen falta a Henry. Y ha aceptado a traernos en coche y recogerlos ya de paso.
Diana: Es un chico muy amable.
Alex: No me costaba ningún trabajo.
Diana: Voy al baño a cambiarme los zapatos.
Mamá: Espera, voy yo mientras a por los papeles.
Yo: Sí mamá. Tira.

Mi madre salió de la sala y mi hermana entró al baño. De repente se produjo un silencio incómodo. Estaba esperando a que me dijera algo, lo más mínimo. Pero no abrió la boca. Me miraba constantemente mientras yo le miraba a él con disimulo.

Mamá: Toma. Aquí los tienes. No me los pierdas, eeh.

Dijo mi madre volviendo con los papeles.

Alex: Descuida. Bueno, me voy a ir ya. Mañana comienzo las clases y necesito dormir.
Mamá: De acuerdo. Adios Alex. Hija, ve y cierra la puerta.
Yo: Voy mamá.


Le abrí la puerta. Se acercó a mi oído y me susurró.

Alex: Aún no me has dicho tu nombre.
Yo: Tampoco necesitas saberlo.

Me respondió con una sonrisa.

Yo: Adios Alex.
Alex: Adios Marina.
Yo: ¿Cómo lo has sabido?
Alex: Quédate con la duda.
Yo: No... Espera.

Pero, antes de que pudiera terminar la frase cerró la puerta en mis narices. Y ahí me quedé yo. De pie, apoyada en una puerta cerrada mientras la voz de aquel chico al que apenas conocía retumbaba en mi mente.

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