Capítulo 25 ~> Lo hago por ti.

El día siguiente, llegué tarde a clase. Y cuando salí Álex no estaba allí. Pero sí que había alguien esperándome.

Yo: ¡Sergio! ¿Qué haces aquí?
Sergio: Pues que quería hablar contigo.
Yo: ¿Ah sí? ¿Y de qué? Si puede saberse.
Sergio: Pues del concurso.
Yo: Otra vez… (Dije con una sonrisa.)
Sergio: Sí pero, escúchame, lo hago por ti.


Sonreí.

Yo: ¿Sí, lo haces por mí?
Sergio: Sí. Sé que te encanta bailar, y tienes que compartir eso con el mundo. Si tú quisieras, podrías llegar muy lejos…
Yo: ¿Tú crees?
Sergio: Sabes que sí.
Yo: ¿Me apoyarás?
Sergio: ¿Lo dudas?
Yo. No, no puedo dudarlo…
Sergio: Entonces, ¿participarás?
Yo: Ya te dije que sí. (Le contesté con una sonrisa.)
Sergio: Es cierto, me lo dijiste.

Me acerqué a él y le abracé. Él se sorprendió, pero no dijo nada.

Yo: Gracias.
Sergio: ¿Por qué me das tanto las gracias?
Yo: No te doy tanto las gracias. (Dije sonriendo.)

Pero mientras le abrazaba, noté que alguien nos observaba, y le vi a unos metros de nosotros. Solté a Sergio y retrocedí unos pasos. Él se acercó y nos miró.

Álex: Por eso me preguntaste si vendría hoy, ¿no? (Dijo gritando.)
Yo: No es lo que piensas…
Álex: Entonces, ¿qué es?
Sergio: Oye, que no…

Álex le interrumpió y se acercó a él, desafiante.

Álex: Tú, cállate.
Sergio: Eeey, amigo, relájate.
Álex: ¿Me vas a decir lo que tengo que hacer?
Sergio: Depende… (Dijo con una sonrisa.)

Álex se giró unos momentos. Busqué su mirada, pero evitaba el contacto visual. Se volvió de nuevo, hacia Sergio. Todo pasó muy rápido, demasiado rápido. Tanto que no pude hacer nada. Y cuando reaccioné, ya había ocurrido. Ahí estaba Sergio, con un ojo morado, y Álex con el puño cerrado y una expresión indescifrable. Corrí hacia Sergio, y le agarré el brazo, mirando su ojo.

Yo: ¿Pero qué te pasa a ti? (Le grité a Álex.)
Álex: Yo, yo…
Yo: Piérdete.
Álex: Pero Marina…
Yo: ¡Qué te vayas!

Álex me miró unos segundos, y luego se giró y echó a andar. Me giré hacia Sergio.

Yo: ¿Estás bien?
Sergio: Bueno, creo que he perdido algo de vista. (Dijo con una sonrisa.)
Yo: Menos mal que hasta en estos momentos mantienes tu sentido del humor.
Sergio: Es lo único, junto con la cordura, que me hace no irme hacia él y devolverle el puñetazo.
Yo: Tenemos que curarte eso.
Sergio: Da igual, ya me curaré yo cuando llegue a casa.

Vi como se tambaleaba, y le agarré. No quería que se cayera.

Yo: No. Tu casa está muy lejos, y además casi no puedes mantenerte en pie. (Dije pasando su mano por mi cuello.)
Sergio: Puedo andar.
Yo: No sin ayuda.

Me sonrió y colocó el brazo, de manera que no me hiciera daño.

Yo: ¡Espera!
Sergio: ¿Qué?
Yo: Diana.
Sergio: ¿Tu hermana?

Asentí, me reconfortaba que se acordara de quién era. Se lo había contado hacía tiempo, pero él lo recordaba. Álex no era así, no me prestaba casi atención, pero Sergio era… Diferente.

Sergio: ¿Qué pasa con ella?
Yo: Que no sé dónde está.

Saqué el teléfono y la llamé. Pero me colgó.

Yo: Será posible, me ha colgado.
Sergio: Estará haciendo algo.

Entonces la vi. Claro que estaba haciendo algo… Me acerqué al árbol donde estaba, pero ella no se dio ni cuenta de mi presencia, estaba muy ocupada como para eso.

Yo: Pero, ¿estás tonta?


Diana se apartó del chico al que estaba besando.

Diana: ¿Qué te pasa? (Dijo mirándome, luego se fijó en Sergio.) ¿Qué le ha pasado a este chico?
Yo: Pues que el idiota de Álex le ha pegado.
Diana: Anda si va a ser que tu novio aparte de estar bueno, es un…


No pudo terminar la frase, Sergio la interrumpió.

Sergio: No pasa nada. Dejadlo.
Yo: ¿Qué lo dejemos?
Sergio: Sí. Por favor… Habrá perdido el control, son cosas que pasan cuando estás enamorado.

Me miró intensamente, tanto que tuve que apartar la mirada.

Diana: Hay que curarle ese ojo.
Yo: Sí. Vamos.
Diana: ¿Vamos? Yo no voy a ningún sitio.
Yo: Tú te vienes.
Diana: No.
Yo: He dicho que te vienes. No te he preguntado si quieres o no venirte.

Se despidió de mala gana de su amiguito y los tres echamos a andar de camino a mi casa. Cuando llegamos le di a mi madre las explicaciones necesarias para que me dejara entrar a curarle, y entré a mi habitación con él. Se sentó en la cama mientras yo iba a por el botiquín.

Yo: ¿Te duele? (Le dije cuando volví, mientras le curaba el ojo con agua oxigenada.)
Sergio: Algo, pero es soportable.
Yo: Supongo que no suele ser muy bonito que te peguen así.
Sergio: No mucho.
Yo: Oye…
Sergio: Dime.
Yo: Gracias por no devolvérselo.
Sergio: Se lo merecía, pero no soy así.
Yo: Gracias.
Sergio: Te tengo dicho que no me des tanto las gracias.

Sonreí y terminé de curarle.

Yo: Bueno, esto ya está.


Me miró fijamente a los ojos mientras yo jugueteaba con las manos. Noté que quería que le mirara a los ojos, pero yo no quería. Esos ojos suyos, me ponían nerviosa, muy nerviosa. Me atraían demasiado. Podía perderme en ellos en cualquier momento así que seguí sin levantar la cabeza. Pero estiró su mano y me levantó la cabeza, de manera que tuviera que mirarle, quisiera o no. Y entonces pasó…

2 comentarios:

Mandy dijo...

Oh, me he enganchado a tu novelaa y ahora no la puedo parar de leer. Está super entretenida, sigue publicando porque te has ganado una segui!!
un beso desde http://cupcakes-marta.blogspot.com
Pasate si quieres!!

Wendy. dijo...

Me alegro un montón de que te guste. :)
Gracias, cielo. Subiré otro pronto.
Pd: Cuando los leas intenta comentar y así sé que los habéis leído y puedo subir nuevos.
Claro que me paso. :D

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