Capítulo 27 ~> Te echaba de menos.

Yo: ¡Papá!
Papá: Hola hija.
Yo: Papá, ¿cómo estás? Te hemos llamado más de mil veces pero nos salía una voz que decía que tu teléfono no existía.
Papá: Estoy bien, y en cuanto a lo del teléfono, tuve un problema con la compañía. Pero eso ahora no importa. ¿Cómo estás cariño?
Yo: Yo, genial. Papá…
Papá: Dime.
Yo: Te echaba de menos.
Papá: Y yo a ti cariño. ¿Cómo van las clases?
Yo: Muy bien, aunque aquí todo es muy distinto de España.
Papá: Supongo. ¿Pero te has adaptado bien?
Yo: Sí, muy bien.
Papá: ¿Y cómo llevas lo del idioma?
Yo: Al principio mal, pero ahora, bastante mejor.
Papá: Me alegro. Bueno Marina, me puedes pasar a tu hermana.
Yo: Claro papá. Cuídate, te quiero.
Papá: Y yo a ti, pequeña.

Me alejé el teléfono de la oreja y se lo di a Diana. Me senté en la mesa y escuché la conversación, con atención. Me sentía invadida por la alegría. Unos minutos después, mi hermana se dirigió a mi madre.

Diana: Mamá. Dice papá que te pongas.
Mamá: Dame.

Cogió el teléfono y se levantó de la silla.

Mamá: Hola David… Espera…

Se giró y se encerró en su habitación. Diana y yo nos miramos sorprendidas. Pero al final sonreímos y seguimos cenando. Cuando terminamos de cenar aún seguían hablando, así que recogimos la mesa y me metí en la ducha.
Cuando salí, me fui directa a la cama, y cerré los ojos. Un par de horas después me desperté y sin darme cuenta comencé a llorar. Álex no había vuelto a llamar. “Le he perdido, le he perdido, le he perdido.” Me repetía continuamente a mí misma. Pero, ¿qué podía hacer? No le iba a perdonar así como así, ¿o sí? Le quería y le necesitaba a mi lado, pero no sabía qué podía hacer para arreglar lo nuestro, si es que tenía arreglo… Por cualquier cosa nos peleábamos, y encima parecía que le daba igual hacerme sentir mal. Aunque luego, me hacía sentir la persona más afortunada con sólo tenerle a mi lado, pero ¿me compensaba? ¿Me era rentable que fuéramos felices sólo a ratos? ¿No podíamos ser felices siempre? Pero las parejas también se peleaban, ¿no? No sabía lo que quería. Bueno sí, sabía que le quería a él. ¿Era eso suficiente?
Entre esos confusos pensamientos me quedé durmiendo.
Me desperté a la mañana siguiente, con los primeros rayos de sol. Me levanté y me senté delante del escritorio. Cerré los ojos, todo era tan confuso… Instantes  después me puse en pie, y sin necesitar nada más que la armonía que sonaba en mi cabeza, comencé a bailar. Un, dos, tres; un, dos, tres.
Minutos después me detuve y me tiré a la cama. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué bailaba ahora?
Sacudí la cabeza confundida, y me vestí.
Un rato después me fui al instituto con Diana. Mientras subíamos las escaleras que daban a la puerta principal una voz conocida gritó mi nombre. Me giré sorprendida con el corazón en un puño.

4 comentarios:

Wendy. dijo...

Hola, me alegro de que te guste. Sí, hace sonreír bastante, la verdad.
Por supuesto que te sigo, ahora mismo lo miro.
Un besazo. :)

Mónica. dijo...

Holaaa, bueno decirte que tienes una nueva seguidoraa y que yo tambien tengo un blog y que me encantaria que leyeses mi primera entrada, soy mala, lo se, pero quisiera saber tu opinion y si pudieras dejar un conectario te lo agradeceria mucho, y aver si puedes decirle a amigos tyuos que tambien lo lean :) bueno Besiito (K)

Mónica. dijo...

Ahh por cierto mi blog es este http://nadaninadiepodraborrarestasonrisa.blogspot.com/

Wendy. dijo...

Gracias por seguir mi blog :)
No creo que seas mala. Ahora mismo me paso y comento, seguro que está genial.
Un beso.

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