Capítulo 7 ~> Reencuentro con el pasado.

Mi hermana y yo terminamos de comer. Diana se fue a vestirse y yo me quedé en aquella extraña casa recogiendo la mesa. Era raro verme ahí, a miles de kilómetros de lo que yo había considerado, hasta ahora mi hogar, pero debía hacerme a la idea que mi nueva vida estaba ahora en ese país tan diferente a mi lugar de origen. Ese país al que llamaban Los Estados Unidos De América.

Terminé de recoger la mesa y me tumbé en el sofá mientras encendía la tele. De repente un papel se cayó de la estantería. Me levanté y lo cogí. Era una foto. Una preciosa foto de cuando mi madre aún estaba embarazada de mi hermana.



Se la había echado yo a mis padres sin que se dieran cuenta cogiendo un móvil que estaba encima de la mesa y por pura casualidad. Al ver la foto, una lágrima recorrió mi mejilla. ¿Por qué todo había tenido que acabar? ¿Por qué? No, debía dejar de pensar en eso. No podía centrar mi vida en lo que había pasado en mi familia. Tenía que ser feliz e iba a serlo. Se me habían quitado las ganas de traducir libros. Eso me recordaba dónde estaba ahora y dónde habría estado de no haber ocurrido todo esto y era lo que menos necesitaba en ese momento. Guardé la foto en un cajón y subí a mi habitación. Abrí el armario y me vestí así.

Me arreglé y decidí salir de casa, necesitaba airearme. Pensé lugares a los que ir. Pero, ¿a dónde podía ir en una ciudad en la que no conocía nada? Llegué a la conclusión de que lo mejor era ir a esperar a que mi madre y mi hermana salieran de la compañía de mi madre y tomarnos un helado. Era preferible a deambular por las calles yo sola. Salí de casa y cerré con llave. Pero, no sabía dónde se encontraba la compañía, ni siquiera si se podía ir andando o estaba excesivamente lejos.¿Qué podía hacer? No iba a ir preguntandole a todos las personas que encontrara, no sabría entenderlos con exactitud. Ahora me arrepentía de no haber prestado más atención en las clases de inglés. Saqué el móvil, podía mirarlo en el GPS. Puse el nombre pero no salía nada. ¿Por qué no salía? ¿Qué debía de hacer en estos momentos una chica española que llevaba menos de tres semanas en un extraño país en el que casi no entendía a nadie? Lo vi claro: Volver a casa.
Me di media vuelta y empecé a andar en dirección contraria a la que había andado los últimos
veinte minutos. Hasta que un taxi se paró de repente a mi lado y el conductor bajó la ventanilla.

Taxista: Pareces perdida.
Yo: ¿Hablas español?

Por fín. Iba a poder hablar tranquilamente con alguien que no fuera ni mi madre ni mi hermana. ¡Qué bien!

Taxista: Sí. Soy español.
Yo: Viva, alguien me va a entender cuando le hable.
Taxista: Jajajajaja. Monta y te llevo a dónde quieras.
Yo: Sólo llevo 5 $.
Taxista: No importa. Invita la casa. (Dijo con una sonrisa)

Le devolví la sonrisa y me subí al taxi. Era un chico joven, tendría al rededor de 18 años. Era moreno y tenía unos enormes y llamativos ojos pardos.

Taxista: Me llamo Jorge. ¿Y tú?
Yo: Mi nombre es Marina, encantada.
Jorge: A ver señorita, dígame, ¿a dónde quiere ir?
Yo: Pues a una compañía de baile.
Jorge: ¿Y sabes dónde está eso?
Yo: Lo he buscado en el GPS pero no me sale. Y no se cómo llegar.
Jorge: Claro, es que lo has escrito mal.
Yo: ¿Ah sí?
Jorge: Si lo escribes así normal que no te salga. Está cerca, a tan solo quince minutos andando.
Yo: Pues yo he andado más de veinte minutos.
Jorge: Es que te has equivocado de avenida, tienes que coger la avenida anterior. 
Yo: ¡Joder, qué lista soy!
Jorge: No te agobies en cinco minutos hemos llegado.
Yo: Pues entonces me va a sobrar tiempo. Les quedan casi dos horas para salir.
Jorge: ¿Y qué vas a hacer mientras tanto?
Yo: Invitar a un helado a un chico muy majo al que acabo de conocer.
Jorge: Gracias, pero no hace falta.
Yo: Te lo debo por el viaje.
Jorge: Bueno, si insistes. No se le puede decir que no a una chica tan bonita.
Yo: Si tú lo dices. (Dije sonriendo)
Jorge: Ya hemos llegado. ¿Ves ese edificio tan grande que ocupa casi media avenida?
Yo: Alaaa, ¿es eso?
Jorge: Sí. Eso es.
Yo: Y pensar que mi madre trabaja ahí.
Jorge: ¿Trabaja ahí?
Yo: Sí, le ofrecieron un trabajo como coreógrafa y por eso nos mudamos aquí.
Jorge: ¿Y tú padre no ha venido con vosotras?
Yo: No, se acaban de divorciar.
Jorge: Lo siento, no sabía...
Yo: No importa. Bueno, ¿y tú por qué vives aquí?
Jorge: Me vine aquí a estudiar y mientras estudio tengo que trabajar de algo. Así que conduzco un taxi a tiempo parcial y trabajo en una cafetería del norte de Nueva York.
Yo: ¿Y qué carrera te estás sacando?
Jorge: Pues, ingeniería mecánica.
Yo: ¡Ala, cómo mola!

Qué va a molar eso, valla un rollo de trabajo. Odio esas cosas. En el instituto daba tecnología y cada vez que entrábamos al taller me daban ganas de vomitar.

Jorge: ¿Te gusta la ingeniería?
Yo: Sí, pero yo soy más de letras.
Jorge: Eso está bien.

Sonreí. Terminó de aparcar y nos bajamos del coche, mejor dicho taxi amarillo. Justo detrás del súper edificio había un parque enorme, con una gran heladería en el centro y bancos al rededor.

Yo: Vamos, aquí hay una heladería.
Jorge: ¿Cómo lo sabes?
Yo: Me lo comentó mi madre. ¿De qué lo quieres?
Jorge: De fresa.
Me acerqué y dirigendome a la dependienta dije:
Yo: One of chocate and other of strawberries, please.
Jorge: ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
Yo: Pues llegué el 4 de septiembre.
Jorge: Pues, para haber venido hace tan poco tiempo, te defiendes bastante bien.
Yo: Algo. El inglés siempre se me ha dado bien, pero no lo he exprimido nunca al máximo, porque nunca creí que me fuera a hacer falta.
Jorge: Suele pasar.
Señora de los helados: It's 3.60 $.
Yo: Ok. (Le di el dinero) Bye.
Señora de los helados: Goodbye.
Nos sentamos en un banco mientras nos comíamos los helados y conversamos durante más de una hora.
Jorge: Me voy a tener que ir.
Yo: ¿Sí?
Jorge: Sí, como se entere mi jefe que en mi tiempo de trabajo estoy sentado en un banco con una chica tan bonita no sé qué me hace.
Yo: Bueno, pues ya nos veremos.
Jorge: Eso espero, que nos veamos muy pronto.

Me levanté y le di dos besos.

Jorge: Dame tu número y así podremos estar en contacto.
Yo: Ok.

Le di mi número y acto seguido se fue. Había sido una tarde alegre y me lo había pasado bien, pero no había podido dejar de pensar en aquello en lo que tanto me dolía pensar, pero que ocupaba más de un 90% de mis pensamientos. Quedaba menos de media hora para que salieran mi madre y mi hermana. Me senté en un banco y me puse los auriculares, la música era la única manera que tenía de evadirme del mundo y me hacía sentir mejor.
Pasaron diez minutos, y luego otros diez, y luego diez más, y otros diez más... Pero, ¿cuánto tiempo había pasado? Eran las ocho y cuarto. Debían haber salido a las siete y media. ¿Por qué no habían salido aún? Cogí el móvi y llamé a mi madre. No me lo cogía. Llamé a mi hermana. Tampoco me lo cogía. Era prácticamente imposible que mi hermana no cogiera el teléfono, ya que parecía tener un radar que localizaba el sonido de un móvil allá donde estuviera. ¿No les habría pasado algo? El miedo se apoderó de mi cuerpo. Eran lo único que me quedaba. Me levanté y eché a correr como si mi vida dependiera de ello. Llegué a la puerta principal y entré. Me dirgí a la recepcionista.

Yo: Sorry, do you know if Natalia Valvere is still here? ~Perdona, ¿sabes si Natalia Valverde está aún aquí?
Recepcionista: Sorry, but... ~Lo siento, pero...~

Quedaoos con la intriga MUAHAHHAAHAHA! xDD

1 comentario:

Valery dijo...

pero...!!??? dios, k mala k eres, me kede con la intriga... xD
esta muy chula tu historia!
te sigo, me siges?
http://unavelaencendida.blogspot.com/
espero k te guste mi blog!! ;)

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