Capítulo 47 ~> Nada.

Esperando a que aquello ocurriera, para darme cuenta del hecho de que tal vez sí que sintiera algo por él, pero que puede que eso no fuera suficiente.

Sergio: ¿Vas a decir algo? (Preguntó desesperado, tras unos minutos de silencio.)
Yo: No tengo nada que decir.

Sergio: Genial…

Yo: Ya lo sabías, te lo he dicho muchas veces…

Sergio: Sí y por eso mismo no quería decírtelo.

Yo: Te entiendo.

Sergio: No puedes entenderme.

Yo: Sí que puedo, porque sí que siento algo por ti.

Me miró perplejo y se acercó a mí.

Sergio: ¿Lo dices en serio?

Asentí.

Sergio: ¿Entonces? (Preguntó acercándose aún más a mí y haciendo que mi respiración se acelerara.)
Yo: Entonces nada. Eres mi amigo y te quiero como tal. Nada más.

Sergio: ¿Nada? (Repitió contrariado.)

Yo: Nada.

Él bajó la cabeza y yo se la levanté del mentón haciendo que me mirara a la cara.

Yo: Podemos ser amigos.

Sergio: No puedo ser tu amigo, no después de esto. Aparte sé que tú también quieres que pase.

Yo: Te equivocas, yo no quiero que pase nada. (Dije seria.)
Sergio: ¿Entonces si te beso no pasará nada?

Yo: Álex te pondrá otro ojo morado.

Él sonrió y pegó sus labios más a los míos.

Yo: ¿De verdad vas a hacerlo?
Sergio: ¿No quieres que lo haga?

Negué con la cabeza.

Sergio: Pues entonces, aléjate. Vete. Echa a correr.

Me quedé parada, sin saber qué hacer. Quería correr, pero no sabía cómo. Las piernas no me respondían.

Sergio: Vamos, hazlo.

Cuando por fin conseguí mover las piernas y retrocedí un paso, Sergio me agarró de la cintura y me atrajo hacia él.

Yo: Déjame irme. (Supliqué.)

Sergio: Quiero besarte.

Yo: Por favor.

Sergio: Dime que tú no quieres besarme y te juro que te soltaré, y nunca volveré a intentar besarte. Nunca.

Intenté decirle que no, pero por mucho que lo intentara, no era capaz de producir el más mínimo sonido. Él se acercó a mí lentamente y me besó, pero en la mejilla.

Sergio: No voy a besarte si no quieres que lo haga.

Yo: Escúchame…

Él me miró a los ojos, haciendo que navegara sin rumbo por los dos océanos verdes que tenía en la cara.

Sergio: ¿Qué?

Yo: Me voy a arrepentir de lo que voy a hacer, pero quiero que me beses. (Dije bajando la cabeza.)

No era mentira, pero no podía pensar en otra persona que no fuera Álex. No podía imaginarme lo mal que se sentiría si nos viera. Sin embargo, seguí adelante.