We blame society, but we are society.

'Y tú, te esconderás y encontrarás una pieza de las mías.'
Toda mi vida he sido la misma persona, la misma soñadora con complejo de realista.
No he cambiado por nadie, ni pretendo hacerlo.
Creo que debemos ser fieles a quiénes somos, pues si no, ¿qué sentido tiene que tengamos una personalidad propia, si la vamos a neutralizar para gustar a los demás? Aunque hoy en día ser diferente esté mal visto y te convierta en alguien raro y antisociable, no debe impedirnos ser cómo somos y luchar por nuestros ideales.
Yo lo hago, día a día, y no me va tan mal. Bueno, tampoco me va bien. Pero he aprendido a ordenar mis preferencias. Lo que yo pienso de mí misma primero, lo que piensen los demás después.
Sin embargo, no es tan sencillo.
A veces me flaquean las fuerzas, y no me veo capaz de seguir nadando a contracorriente, evitando todos los comentarios hirientes. Pero, ¿qué más puedo hacer? ¿Rendirme y ser otro de todos lo que se quejan de la sociedad en la que vivimos y que no hace nada para intentar cambiarla?
Me niego rotundamente.
Me niego a dejarme arrastrar y a hacer lo políticamente correcto, si no es lo que me dicta el corazón.
Y, en cierto modo, sé que no estoy sola. Sé que hay más gente que como yo, lleva toda su vida entre las sombras, en silencio; tratando de ser quién es. Lo sé, y eso me anima a seguir adelante.
Antes me afectaba la opinión de los demás. Me molestaba que dijeran de todo menos verdades sobre mí. Me dolía que me definieran como una mala persona.
Antes yo quería ser como ellos. Quería ser popular y tener una interminable lista de contactos. Quería tener el corazón vacío, como todos.
Ahora, sin embargo, no me hace falta. No me hacen falta, por eso no los insulto, ni les odio, tan solo les ignoro.
Ellos, por su parte, si parecen necesitarme. Parecen tener que criticarme para hablar los unos con los otros. Parecen tener que usarme como tema de conversación.
Y me da pena, me dan pena. Por ser copias iguales de una sociedad que nos utiliza y nos modifica a su antojo.
Una sociedad que utiliza palabras como 'normal', decidiendo por nosotros qué es normal y qué no lo es. Una sociedad que nos etiqueta, según nuestra edad, nuestros gustos musicales, nuestra estética y nuestros sueños. Una sociedad que nos encasilla y nos convence de que lo correcto es ser iguales los unos a los otros.
Una sociedad de la que yo me rebelo. Pues, en realidad, no creo que pueda ser nadie aparte de mí.
Yo, y todo lo que yo conllevo: el egoísmo, el orgullo, el miedo a no saber hacia dónde voy, los gritos ahogados y las palabras calladas.
Yo, sin pulir y con miles de fallos. Yo, con las manos temblorosas y la garganta seca.
Yo, en estado puro.
Esa yo. La de siempre, la de verdad.
La yo que llora de felicidad y ríe de tristeza. La que no finge las sonrisas ni oculta las lágrimas. La que calla lo que desea gritar y grita cosas que debería callar. La que lee a altas horas de la madrugada y se queda en su casa un sábado noche en el que todos se dedican a olvidar aquello que no quieren recordar a base de copas del licor más barato. La que sonríe cuando piensa en aquella persona en la que no debería pensar.  La que no sabe quién es, pero le da igual porque, al fin y al cabo, es ella; alguien a la que nada ni nadie va a cambiar nunca.

Supongo que esto no es lo que esperábais, ni lo que queríais, pero es lo que yo necesitaba. Necesitaba hablar de esto porque el silencio me estaba ahogando.
Además, es una forma de definirme, de mostrar quién soy, porque muchas de vosotras me habéis comentado varias veces que no tenéis ni idea de quién soy y que, por no saber, no sabéis ni mi nombre.
Así esto va para todas vosotras, para todas las que os preguntáis mi nombre, mi dirección, mi personalidad o mis aspiraciones. Va para todas y todos los que me apoyáis, los que me léeis. Los que estáis ahí perdiendo vuestro tiempo con mis delirios. Va para los que hacéis todo esto posible.
Aún así corazones, ni mi nombre ni mi edad le importan a nadie lo más mínimo.
Mi edad es solo un número, y mi nombre una palabra, y ninguna de las dos cosas me definen, ni lo van a hacer nunca, por eso no lo he dicho, ni lo voy a decir. Dejémoslo en que soy una niña muy mayor, a la que podéis llamar Wendy.
Supongo que os preguntaréis, '¿por qué Wendy?', y creo que es una buena ocasión para explicarlo.
Wendy es posiblemente, el personaje más característico de mi infancia. Escribí mi primera historia basada en esta niña tras leer el libro de Peter Pan y ver la película muchas veces. Fue mi primer escrito con sentido, y me marcó. Me marcó porque tenía siete años y escribía en una libreta rosa de Barbie, que aún conservo. Me marcó porque el personaje me describía de un modo u otro. Porque como yo, ella no quería crecer aún, pero tampoco quería ser siempre una niña.  Quería descubrir el mundo, conocer cosas nuevas y gente nueva, pero quería ser ella todo el tiempo. Quería atrasar su paso a mujer, sin evitarlo. Y eso es lo que  yo viví, lo que sigo viviendo. Así que siempre me he sentido identificada con ella.
Ahora que he dejado esto claro, quiero decir una cosa, una cosa pequeñita pero muy importante.
Quiero decir: gracias. Gracias de verdad, gracias de corazón por permitirme ser cómo soy en un mundo en el que todos te juzgan. Gracias a Laura, gracias a Ae, a Green Elephant, a Ali que ha llegado prácticamente nueva, a todos los lectores anteriores, a todos los del principio que aunque ya no estén aquí, estuvieron y aportaron su granito de arena.
Gracias a todos vosotros, por dejarme formar parte de vosotros.
Gracias por dejarme ser Wendy.
Os quiero, ¿vale?

W.

4 comentarios:

Laura. dijo...

¡Buenas!
Ya estoy aquí (como no).
Pues qué te voy a decir que ya no sepas...
No me esperaba esta entrada, no, pero es de las que más me han gustado, porque nunca podría haber escrito de esta forma todo lo que tú has dicho, que es lo mismo que yo pienso.
Es perfecto.
La verdad que nunca me he preguntado como te llamabas ni cual era tu edad como punto de interés, tal vez si lo he hecho (que no lo sé ni siquiera) ha sido por llamarte de alguna manera, pero vamos, que para mi siempre serás Wendy, y ahora Wendy con sentido, con significado, porque la verdad que me parece muy especial lo que nos has contado respecto a tu nick.
Bueno y que sigue sin ser necesario para mi tus datos personales, porque con leerte es más que suficiente.
Antes de que se me olvide, jé, que no hace falta que me des las gracias muchacha, para nada, porque todo lo que digo son verdades, y decir la verdad no cuesta.
Un beso enorme.

Sonia dijo...

Me ha emocionado esta entrada, buf, tenía ganitas que subieras y cuando he leído la entrada me has dejado sin palabras, la verdad...
No es fácil poder describirse así, explicar claramente cómo te sientes en una sociedad de mierda (perdón por la expresión)con la que tenemos que vivir continuamente.
Es una pena que por ser diferente ya no seas aceptada en una sociedad de clones, pero bueno, así nos damos cuenta de quiénes valen la pena y quiénes no :)
Un beso Wendy (me ha encantado la historia de tu nombre), la entrada ha sido preciosa :)
¡No dejes que nadie te cambie, sigue así!

Anónimo dijo...

Jo, me encanta como escribes.

Anónimo dijo...

Hola. Creo que ya entré aquí antes, me gustan tus escritos. un abrazo.

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